martes, 20 de junio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 19/06/2017




Lunes 19 Junio
XI del T.O
3° del salterio
2Cor 11,18.21b-30/
Sa1 33 /Mt 6,19-23







S. Romualdo, m.l. 
Gervasio y Protasio; 
Juliana Falconieri; 
Modesto Andlauer; 
Remi Isoré


PALABRA:
Mateo 6,19-23
En 'aquel tiempo, dijo Jesús a sus. discípulos: «No atesoréis tesoros en la tierra,- donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no ha polilla ni carcoma que se los coman, ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!».

Tú y nadie más
«Yo y nadie más»,,gritó en su inconsciencia la poderosa Babilonia, hasta que le llegó el día en el que sus incontables grandezas se hicieron polvo con el polvo de la tierra (Is 47,10...). El Hijo de Dios nos da las pautas evangélicas a fin de que nuestras metas alcanzadas no nos arrastren al vacío y al aniquilamiento. Con qué claridad resuena su Voz: Buscad, amontonaos tesoros que sean inmunes al tiempo, a la polilla y al desgaste, a los saqueos y tragedias..., a todo tipo de deterioro. Buscad lo que permanece para siempre, sed hijos de la luz. Estos son aquellos que tienen ojos en el corazón venciendo así toda oscuridad. Oigamos al salmista: «¡Sea Dios tu delicia y Él te dará lo que pide tu corazón!» (Sal 37,4). Cuando estés abrazado a estas riquezas que te propone Jesús, dirás lo contrario que los hijos de Babilonia, aquellos que desde sus inestables alturas pregonaban ¡yo y nadie más...! Los discípulos del Señor pueden proclamar desde la Roca-Evangelio en la que han asentado su vida: ¡Tú, Dios mío, y nadie más! ¡Estoy contigo, nada me falta! (Sal 23,1).




Líbrame, Dios mío, de tener dos señores; porque uno moriría conmigo, y el otro, que serías tú, lo desconocería.

                                                                                                                                                                                                                                                              






domingo, 18 de junio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO 19/06/2017 (DÍA DEL PADRE)





Domingo 18 Junio
XI del TO.
3° del salterio
Xor 11,1-17 /Sal
110 / Mt 6,7-15





Marina; Gregorio
Juan Barbarigo;
Simplicio; Calógero


PALABRA:
Mateo 6,7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros rezad así: "Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno". Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas».


Orar es sentir que Dios nos ama
Hace muchos años, un gran historiador y un hombre profundamente creyente, José María García Escudero, decía que «el cristianismo podía reducirse a una sola palabra: Padre». Jesús nos enseña a rezar. Y el núcleo de nuestra oración es el amor de Dios. Una de las definiciones más bellas de oración nos la ofrece Jacques Philippe: «Orar es sentir que Dios está junto a nosotros, nos mira y nos ama». El santo papa Juan Pablo II nos dijo que «orar es sentirnos en los brazos de Dios». El Padrenuestro es una bellísima oración de amor, que comienza con esa palabra tan entrañable: «Padre nuestro». Padre de ternuras y bondades, padre de misericordias infinitas, padre que nos has colocado en el escenario de la historia con un proyecto en nuestras manos y en nuestro corazón, para que lo realicemos caminando junto a Ti.



Padre nuestro que estás en todos nuestros pequeños cielos y también en nuestros grandes desiertos de silencios y soledades; en nuestras alegrías y en nuestras penas; cuando el gozo inunda nuestras vidas y cuando las lágrimas se derraman por nuestras mejillas, sin consuelo. Haz que saboreemos la «filiación divina» como nuestras más hermosas señas de identidad.

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