Jueves 22 Junio
XII del TO.
4° del salterio
Gén 12,1-9 / Sal 32 /
Mt 7,1-5
Nola /luan Fisher
y Tomás Moro, ml.
Inocencio V; Albano;
Acacio de Armenia
Mateo 7,1-5
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No juzguéis y no os juzgarán; porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Déjame que te saque la mota del ojo', teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita; sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano».
Jesús nos quiere hermanos
¡Cuánto abunda ese juicio directo que realizamos sobre los demás, sentándoles en el banquillo, y en tantas ocasiones, profiriendo nuestra sentencia sobre sus vidas! Así será de todo punto imposible una relación cordial, amable, sincera. Jesús nos quiere hermanos, nos ofrece que mantengamos una buena relación entre todos. ¿Quiénes somos nosotros para «juzgar» al prójimo? Señala el Señor también nuestro partidismo, a la hora de juzgar nuestras faltas y las de los demás. Con el prójimo somos duros, echándole en cara, acaso, lo mismo que nosotros tenemos por partida doble. Por eso, lo de la «mota» y la «viga». Quien juzga usurpa a Dios su tarea. Se impone la «pedagogía de la comprensión», porque, si supiéramos la última verdad de las cosas, tendríamos compasión hasta de las estrellas.
Señor, te pido imparcialidad para ver objetivamente las cosas, sin caer en el subjetivismo de mirar con benevolencia mis faltas y con acritud las ajenas. Al prójimo, no he de sentarlo en el banquillo sino «asentarlo» en mi corazón.