viernes, 23 de junio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL JUEVES


Jueves 22 Junio
XII del TO.
4° del salterio
Gén 12,1-9 / Sal 32 / 
Mt 7,1-5






Stos. Paulino de 
Nola /luan Fisher 
y Tomás Moro, ml. 
Inocencio V; Albano; 
Acacio de Armenia

PALABRA:
Mateo 7,1-5
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No juzguéis y no os juzgarán; porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Déjame que te saque la mota del ojo', teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita; sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano».


Jesús nos quiere hermanos
¡Cuánto abunda ese juicio directo que realizamos sobre los demás, sentándoles en el banquillo, y en tantas ocasiones, profiriendo nuestra sentencia sobre sus vidas! Así será de todo punto imposible una relación cordial, amable, sincera. Jesús nos quiere hermanos, nos ofrece que mantengamos una buena relación entre todos. ¿Quiénes somos nosotros para «juzgar» al prójimo? Señala el Señor también nuestro partidismo, a la hora de juzgar nuestras faltas y las de los demás. Con el prójimo somos duros, echándole en cara, acaso, lo mismo que nosotros tenemos por partida doble. Por eso, lo de la «mota» y la «viga». Quien juzga usurpa a Dios su tarea. Se impone la «pedagogía de la comprensión», porque, si supiéramos la última verdad de las cosas, tendríamos compasión hasta de las estrellas.

Señor, te pido imparcialidad para ver objetivamente las cosas, sin caer en el subjetivismo de mirar con benevolencia mis faltas y con acritud las ajenas. Al prójimo, no he de sentarlo en el banquillo sino «asentarlo» en mi corazón.



                 









jueves, 22 de junio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MIÉRCOLES 21/06/2017




Miércoles 21 Junio
4° del salterio
Job 38,1.8-11 /Sal
106 / 2Cor 5,14-17 / 
Mc 4,35-40







Luis Gonzaga;
Ramón de Roda;
Inocencio de
Mérida; Demetria;
Rodolfo

PALABRA:
Job 38,1-8,11
El Señor habló a Job desde la tormenta: «¿Quién cerró el mar con una puerta, cuando salía impetuoso del seno materno, cuando le puse nubes por mantillas y nieblas por pañales, cuando le impuse un límite con puertas y cerrojos, y le dije: "Hasta aquí llegarás y no pasarás; aquí se romperá la arrogancia de tus 
olas"?».




Salmo 106
Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.


2Corintios 5,14-17
Hermanos: Nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si unc murió por todos, todos murieron. Cristo murió por todos, para quE los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucite por ellos. Por tanto, no valoramos a nadie según la carne. Si alguna vez juzgamos a Cristo según la carne, ahora ya no. El que es dE Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo tu comenzado.





Marcos 4,35-40
Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla». Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?». Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: «¡Silencio, cállate!». El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: «¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?». Se quedaron espantados y se decían unos a otros: «¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!».

El miedo, nuestro enemigo
El enemigo mayor de la fe, suele decirse, no es el error sino el miedo. Porque el miedo paraliza la capacidad de pensar. Y, más aún, la capacidad de decir lo que pensamos. El miedo nos condena siempre a un silencio estéril que no sirve para nada. A veces, tenemos miedo de nosotros mismos, de nuestras debilidades, de nuestra falta de consistencia. En ocasiones, tenemos miedo de los demás, de su poder, de su fuerza, de sus posibilidades. Los discípulos de Jesús sienten miedo ante la tormenta, se asustan porque creen que van a sucumbir. No pasa nada. Con Jesús de la mano, siempre estamos a salvo. Él está a nuestro lado.


Señor, elimina nuestros miedos, despójanos de nuestros nerviosismos, que nos paralizan )or completo. El miedo desaparece con la fe en Ti, con la oración que nos procura tu tracia y tus dones, con la certeza de que nuestra debilidad nos servirá para afianzarnos nás en tu Palabra.



                 





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