miércoles, 28 de junio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MARTES 27/06/2017





Martes 27 Junio
XII del T.O.
4° del salterio
Gén 18,1-15/Sal
Lo 1,46-55 / Mt
8,5-17






S. Cirilo de
Alejandría, m.l
Na Sra. del Perpetuo
Socorro; Arialdo;

Ladislao



PALABRA:
Mateo 8,5-17
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho». Jesús le contestó: «Voy yo a curarlo». Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy quién para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y ' va; al otro: "Ven'; y viene; a mi criado: "Haz esto'; y lo hace». Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los ciudadanos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes». Y al centurión le dijo: «Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído». Y en aquel momento se puso bueno el criado. Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles. Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: «Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades».



La fe de aquel centurión
Impresionante la fe de aquel centurión, extranjero, militar de graduación, de las tropas de ocupación. Impresionante la humanidad y la cercanía de Jesús: primero, quiere ir a su casa, en un hermoso gesto de cercanía y de amistad; segundo, le concede lo que le pide; tercero, lo elogia hasta decir que tiene más fe que cualquier judío.' El centurión nos muestra una fe sin límites en Jesús. Es la fe-confianza que se derrama en latidos de adhesión a la palabra. ¡Cómo nos enseña este hombre a vivir nuestra fe! Poco importa lo que seamos, los cargos que ostentemos, ya que lo que nos acerca de verdad al Señor es nuestra confianza•en su palabra, nuestra sencillez y nuestra humildad. Jesús percibe el afecto de aquel hombre por su criado y le corresponde con la misma moneda.                                                                                                                                         
                                     




martes, 27 de junio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 26/06/2017

Lunes 26 Junio
XII del T.O.
4º del salterio
Gén 17,1.9-10.15- 
22/Sa1127/Mt 
8,1-4




S. Pelayo, m.l. 
David de Tesalónica; 
Antelmo de Chignin; 
Josemaría Escrivá de 
Balaguer; José María 
Robles Hurtado


PALABRA:
Mateo 8,1-4
En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo sigue mucha gente. En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme». Extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero, queda limpio». Y en seguida quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie, pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés».


La confianza del leproso
Aquel leproso nos representa a todos, porque todos somos leprosos. Todos sentimos las manchas del mal sobre la piel tensa de nuestras vidas. Todos necesitamos ser curados, atendidos, queridos e incorporados a la comunidad humana. Impresiona la confianza de aquel leproso y su oración sencilla, humilde y confiada: «Señbr, si quieres, puedes limpiarme». La primera virtud de la oración ha de ser la confianza. Creer en Jesús es confiar en Él, reconocerle como el Mesías, el Hijo de Dios. Y mostrarle esa confianza, en la seguridad de que nos hará el bien. La lepra simboliza la exclusión humana, el rechazo de los demás, la soledad personal, el aislamiento. Jesús nos abre las puertas de su corazón y nos integra en la comunidad, limpios, con la dignidad recobrada, alegres y dispuestos a caminar con ilusión.

Tu corazón se abría como una playa humilde, sin diques fabricados, y en la arena sumisa de tu carne el mar de Dios entraba enteramente. Así nosotros, Señor, queremos adentramos en Ti, para quedar limpios de nuestras lepras.

                                                                                                      




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