jueves, 6 de julio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MIÉRCOLES 05/07/2017




Miércoles 05 Julio
2° del salterio

Ez 2,2-5 / Sal 122 
/ 2Cor 12,7-10/
Mc 6,1-6






Antonio María 

Zaccaria; Guillermo 
de Hirsau; Filomena; 
Numeriano

PALABRA:
Ezequiel 2,3-5
En aquellos días, el espíritu entró en mí, me puso en pie, y oí que me decía: «Hijo de Adán, yo te envío a los Israelitas, a un pueblo rebelde que se ha rebelado contra mí. Sus padres y ellos me han ofendido hasta el presente día. También los hijos son testarudos y obstinados; a ellos te envío para que les digas: "Esto dice el Señor". Ellos, te hagan caso o no te hagan caso, pues son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos».





Salmo122
Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia.









2Corintios 12,7-10
Hermanos: Para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces he pedido al Señor verme libre de él; y me ha respondido: «Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad». Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Po'r eso, vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Marcos 6,1-6
En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas, ¿no viven con nosotros aquí?». Y esto les resultaba escandaloso. Jesús les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa». No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.


¿Y por qué rechazan a Jesús?  
Esta es la pregunta: ¿por qué sus paisanos rechazan a Jesús? ¿Acaso no les trata bien ¿No les habla con claridad y sencillez? Ocurre igual en nuestra sociedad de hoy: ¿Cual es el mensaje de Jesucristo? El amor de Dios al hombre, la salvación de la humanidad, la construcción de un mundo mejor por más humano y por más cristiano. ¿Por qué entonces, el rechazo frontal? Sencillamente, aquellos paisanos suyos no descubren sus verdaderas señas de identidad, no le valoran, le miran a ras de tierra, no se fían ni confían en Él, le envidian en último término. Para descubrir a Cristo hace falta siempre una mirada limpia, sencilla, sincera. No podemos colocarlo entre los enredos de nuestros intereses, afanes y visiones rastreros de la vida.



¡Señor Jesús, mi fuerza y mi fracaso eres Tú! ¡Mi herencia y mi pobreza! ¡Tú, mi justicia, Jesús, mi guerra y mi paz! ¡Mi libre libertad! ¡Palabra de mis gritos, silencio de mi espera!











miércoles, 5 de julio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MARTES 04/07/2017


Martes 04 Julio
XIII del TO.
1º del salterio
Gén 27,1-5.15-29
/Sal 134 /Mt

9,14-17




Sta. Isabel de
Portugal, m.l.
Laureano; Valentín 
Berriochoa; Ageo; 
Oseas; Udalrico; Bto. 
Pier Giorgio Frassati



PALABRA:
Mateo 9,14-17
En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?». Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán. Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque revientan los odres; se derrama el vino, y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así las dos cosas se conservan».

Huir de un cristianismo «aguafiestas»
Esta página del evangelio desprende un aroma de fiesta y de alegría. Acaso muchas veces ha primado la idea de un cristianismo «aguafiestas», cargado de seriedades y de lutos, que no tienen sentido. Las caras serias, los tonos sombríos, esa sensación de que hay que sufrir humanamente para gozar divinamente. Las privaciones deben tener sentido, porque si no caerían en el absurdo. Jesucristo nos habla de una alegría compartida, de un gozo que nos brota de caminar por la vida con una infinita esperanza. Sencillamente, porque no estamos solos, porque el Maestro nos lleva de la mano, porque su Palabra nos guía, porque su gracia nos sostiene. La presencia de Cristo en medio de nosotros ha de ser, debe ser una presencia de vida, de sonrisa abierta al presente y al futuro.



Señor, haznos alegres por dentro y por fuera; que nuestra mano abierta a los demás vaya siempre acompañada de una sonrisa que se abre a horizontes luminosos, a futuros de felicidad.












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