Lunes 17 Julio
XV del T.O.
3° del salterio
ex 11,10-12,14/
Sal 115 / Mt 12,7-8
Alejo; Gregorio
Escribano; León IV;
Marcelina; Justa y
Rufina; Colomán
PALABRA
Mateo 12,1-8
Un sábado de aquellos, Jesús atravesaba un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas. Los fariseos, al verlo, le dijeron: «Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado». Les replicó: «¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes presentados, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino solo a los sacerdotes. ¿Y no habéis leído en la Ley que los sacerdote pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa? Pues yo digo que aquí hay uno que es más que el templo. Si comprendiera' lo que significa "quiero misericordia y no sacrificio", no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del Hombre es señor de sábado».
La anécdota de las espigas no tiene mayor importancia, pero su mensaje se clava como un dardo en nuestras conciencias libres: las observancias religiosas no pueden dejar al margen las necesidades humanas. vida del ser humano y sus necesidades primordiales están por encima de las observancias legales. Dios nos quiere felices, plenos de vida, alegres, desarrollados. Y la sumisión no puede tener nunca un sentido de sufrimiento sin sentido. Por eso, Jesús aborda el tema, lo ilumina y lo enriquece. Las leyes no están para cumplirlas sin más sino para ayudar al ser humano, para desarrollarlo, para hacerlo más feliz y realizado. Lo contrario no tendría sentido y sería absurdo. Lo importante es cumplir la voluntad de Dios, con un corazón sencillo y verdadero porque en Él está nuestra plenitud.
Señor, la vida no es ley que somete y defrauda, sino oportunidad que realiza nuestros proyectos. La ley ha de tener siempre ese sentido de realización y de plenitud. Y por eso, el mandamiento nuevo es el argumento central del cristianismo