sábado, 29 de julio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO 29/07/2017


Sábado 29 Julio
XVII del T.O.
lº del salterio 
EX 34,29-35 /Sal 
98 /Mt 13,44-46 
(o bien 1Jn
4,7-16 / Sal 33 /In
77,19-27)






Sta. Marta, m.o. 
María; Olav II;
Urbano II; Adán;
Beatriz


PALABRA:
Mateo 13,44-46
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra».



El tesoro y la perla
Jesús nos ofrece dos pequeñas parábolas: la del tesoro escondido en el campo y la del comerciante de perlas finas. Y una gran lección: muchas veces nos movemos en el terreno de las «creencias» o incluso de lo que pudiéramos llamar el «costumbrismo religioso», pero sin grandes compromisos y, sin embargo, no llegamos a las «convicciones personales», que son las que determinan nuestras decisiones y nuestros hábitos de vida. No es lo mismo creer en el Evangelio, porque es algo que lo aceptamos sin más, que hacer de esa «creencia» una profunda «convicción» que nos transforma la vida. El evangelio pasa a ser para nosotros un «tesoro» que estamos dispuestos a comprar aunque tengamos que desprendernos de otros bienes; pasa a ser para nosotros «una perla fina», de gran valor. Toda la vida la vemos a través de las enseñanzas evangélicas.





Señor, quiero que tu Evangelio sea para mí algo más que una lectura reposada. Quiero que sea un manantial de mensajes que pasan, de mis ojos a mi corazón, y de mi corazón a mi vida.








               






CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL VIERNES 28/07/2017


Viernes 28 Julio
XVII del T.O.
1 a del salterio
Éx 33,7-11; 34,56.-
9.28 / Sa1102 / Mt
13,36-43






Pedro Poveda;
Catalina Tomás;
Inocencio I; Víctor 1;
Nazario y Celso; Bto.
David Carlos

PALABRA:
Mateo 13,36-43
En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: «Acláranos la parábola de la cizaña en el campo». Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».


Dios tiene la última palabra
La cizaña aparecerá siempre en la besana de la historia. Junto al trigo, la mala hierba. Los «obreros del Señor» quieren siempre arrancarla, como primera medida. Jesús no lo quiere así: nadie está capacitado para enjuiciar, para decirnos cuál es la hierba buena y la hierba mala. Jesús extiende así un manto infinito de comprensión sobre toda la humanidad. «Si supiéramo la última verdad de las cosas tendríamos compasión hasta de las estrellas». Es cierto. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar, salvar o condenar, bendecir o mald,eír? Jesús deja ese último juicio a Dios, que tiene la última palabra de fa historia. Nos previene el Señor contra el pecado de intolerancia: «destruir lo que no va con nosotros, eliminar al adversario». Jesús es la comprensión infinita, la oportunidad permanente de salvación.


Señor, haz que ocupemos nuestro puesto, cumplamos nuestra misión, caminemos por tus senderos, sin apropiarnos de tus juicios. ¡Cuántas veces condenamos, amparándonos en nuestros puntos de vista! ¡Cuántas veces juzgamos por las apariencias! ¡Y cuántas veces nos equivocamos, Señor! 






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