sábado, 5 de agosto de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL VIERNES 04/08/2017


Viernes 04 Agosto
XVIII del T.O.

2° del salterio

Núm 12,1-13/

Sal / Mt 14,22-36



S. Juan María
Vianney, m.o.
Eleuterio; la; Rubén;

Tertuliano; Bto.

Gundisalvo Gonzalo


PALABRA:
Mateo 14,22-36
Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo enseguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!». Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua». Él le dijo: «Ven». Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame». Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?». En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él, diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios». Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar, apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la orla de su manto, y cuantos la. tocaron quedaron curados.

La oración más breve del Evangelio

Acaso en este pasaje encontremos la oración más breve y profunda del Evangelio. Sale de labios del apóstol Pedro, cuando llega el agobio y el peligro, dando siente que sus pies se hunden en el agua: «Señor, sálvame». Solo dos palabras: Dios y yo; Cristo y cada uno de nosotros. Vemos al Maestro, alejándose para hacer oración, y después, participando en los afanes de sus apóstoles, a los que obliga prácticamente a subir a la barca. Quizás la gran enseñanza de esta escena sea la de aprender a rezar, a dirigirnos a Dios, con pocas palabras que nos salgan del alma. La oración puede ser un grito, un clamor o un susurro. Pedro grita de miedo y el Maestro le echa en cara su falta de fe. Orar es poner a punto nuestra fe para no hundirnos en los procelosos mares de la vida.

              





viernes, 4 de agosto de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL JUEVES 03/08/2017


Jueves 03 Agosto 
XVIII del TO.
2° del salterio
Núm 11,4b-15/Sal 
80 / Mt 14,13-21






Lidia; Nicodemo; 
Cira; Gustavo; Bto. 
Francisco Bandrés

PALABRA:
Mateo 14,13-21
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: «Estamos en un despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer». Jesús les replicó: «No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer». Ellos le replicaron: «Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces». Les dijo: «Traédmelos». Mandó a la gente que se recostaran en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron uno cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.


La felicidad de las comidas
Vemos en muchos pasajes el interés de Jesús por comer con los demás. Da una gran importancia a la comida. Primero, porque es la primera necesidad del ser humano para poder vivir; segundo, porque compartiendo mesa, compartimos la palabra, los sentimientos, los puntos de vista que nos entrelazan; tercero, porque en una comida siempre, si somos ínvitados recibimos cariño, y si somos nosotros los que invitamos debemos dar también nuestro afecto. Por eso, en muchas ocasiones, contemplamos a Jesús celebrando comidas, que son siempre comidas compartidas, comidas rebosantes de humanidad, en las que se plantean temas difíciles sobre los que el Señor proyecta luz para que puedan ser comprendidos. En la «multiplicación de los panes» Jesús sacia el hambre pero, sobre todo, congrega a la gente, convirtiéndolos a todos en familia que comparten sus vidas.




Señor, necesitamos todos el alimento del cuerpo, pero, ojalá, en nuestras comidas, recibamos también afecto, luz, fuerza, acompañamiento, todo lo que Tú nos ofreces en el banquete eucarístico.









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