Miércoles 16 Agosto
XX del 1:0.
4° del salterio
Prov 9,1-6 / Sal 33
/Ef5,15-20/ln
6,51-58
Esteban de Hungría;
Roque; Arnulfo de
Metz; Arnulfo de
Soissons; Teódulo;
Bta. Petra de S. José
Proverbios 9,1-6
La Sabiduría se ha construido su casa plantando sie te columnas, ha preparado el banquete, mezclado e vino y puesto la mesa; ha despachado a sus criados para que lo anuncien en los puntos que dominan la ciudad: «Los inexpertos que vengan aquí, quiero hablar a los faltos de juicio: "Venid a comer de mi pan y a beber el vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la prudencia"».
Salmo 33
Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Efesios 5,15-20
Hermanos: Fijaos bien cómo andáis; no seáis insensatos, sino sensatos, aprovechando la ocasión, porque vienen días malos. Por eso, no estéis aturdidos, daos cuenta de lo que el Señor quiere. No os emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje, sino dejaos llenar del-Espíritu. Recitad, alternando, salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y tocad con toda el alma para el Señor. Dad siempre gracias a Dios Padre por todo; en nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Juan 6,51-58
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo». Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede este darnos a comer su carne?». Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».
La «cultura de la Eucaristía»
Cuentan del fundador del Opus Dei, san Josemaría, que, algunas veces, al dar la comunión, solía decir: «Te entrego la felicidad». ¡Qué gran noticia! Cristo, realmente presente, en el sacramento de la Eucaristía. ¿Cuáles han de ser nuestras actitudes? Primera, una visita al Sagrario, si es posible, unos minutos cada día; segunda, orar, hacer la oración ante el Santísimo; tercera, comulgar. Cuando comulgamos recibimos el cuerpo «resucitado» de Jesús; nos unimos a Jesús de forma que su vida es vida en nuestra vida y en nuestra forma de vivir. Cuando comulgamos implantamos en nosotros «la cultura de la Eucaristía», de la que nos habló el santo papa Juan Pablo II, que es «una cultura de diálogo, de comunión y de solidaridad». Una «cultura», por tanto, que nos lleva a vivir la «filiación divina», a sentirnos hijos de Dios, hermanos de nuestro prójimo y solidarios con los más débiles y necesitados.
El mundo de hoy necesita personas que anuncien y testimonien que es Cristo quien nos enseña el arte de vivir, el camino de la verdadera felicidad, porque Él mismo es el camino de la vida. ¡Y lo tenemos tan cerca de nosotros!