martes, 29 de agosto de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 28/08/2017


Lunes 28 Agosto
XXI del T.O.
1a del salterio
1Tes 4,1-8 / 5a196 /
Mt 25,1-13






S. Agustín, m.o.
Alejandro de 
Constantinopla;
Fortunato; Bto.
Junípero Serra; Bto.
Aurelio de Vinalesa

PALABRA:
Mateo 25,1-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el Reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuza de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo! Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas". Pero la sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis". Mientra iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos". Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco': Por tanto velad, porque no sabéis el día ni la hora».


Lo importante es el banquete de bodas
La parábola nos desconcierta: todos nos fijamos en la necesidad de la vigilancia como si el «cristianismo» fuera algo parecido a una disciplina militar, en la que, Io que de verdad importa, es una «guardia» firme, atenta, bien organizada. Pero en esta parábola el argumento central es el banquete, la gran metáfora del Reino de los cielos. En la silueta del «novio» se recorta la persona de Jesucristo, que nos llama, no invita y nos espera. ¿Quiénes van a entrar en el banquete? Los que están preparados los que lo desean, los indigentes, los necesitados, los sencillos, los humildes. Esos so los que están representados, como «metáfora viva», en las doncellas prudentes. La vida es fiesta, cuando vivimos los valores del reino.



              





lunes, 28 de agosto de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO 27/08/2017



Domingo 27 Agosto
XXI del T.O.
1° del salterio
1Tes 3,7-13 /Sal 89
/ Mt 24,42-51






Sta. Mónica, m.o.
Cesáreo de Arles;
Gabriel Ma Nicolás;
Orondo; Bta. Ma
Pilar Izquierdo

PALABRA:
Mateo 24,42-51
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. ¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues, dichoso ese criado, si el amo, al llegar, le encuentra portándose así. Os aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes. Pero si el criado es un canalla y, pensando que su amo tardará, empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo hará pedazos, mandándolo a donde se manda a los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes».


Caminamos con Jesús
«Estar en vela» no significa vivir en soledad, sino caminar con Jesús. No podemos plantear la vida como un destierro, sin más, sino como una hermosa singladura de esperanza. Es posible que no nos encontremos «caminos maravillosos», pero puede ser verdad —de nosotros depende y en nuestra mano está—, que nosotros seamos «caminantes maravillados». Este pasaje no es para temblar sino para sentir la emoción del encuentro: el cristianismo no es una idea ni una ideología, nos dejó dicho Benedicto XVI, sino un acontecimiento, un encuentro constante con el Señor Jesús, atentos siempre a su paso, a sus llamadas e invitaciones. «Caminar con Jesús» nos cambia la vida por completo.

Como Mónica, la madre de.Agustín de Hipona, nosotros queremos poner en nuestras mejillas lágrimas de dolor por las ausencias de nuestros hijos, por los abandonos de nuestros compromisos, por tantas infidelidades injustas como protagonizamos. Las lágrimas de las madres conmueven especialmente el corazón de Dios.








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