domingo, 3 de septiembre de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO 02/09/2017



Sábado 2 Septiembre
XXII del T.O.
2° del salterio
Col 1,1-8/SaI51/ 
Lc 4,38-44








Antolín; Bto.
Francisco Dardán 
y comp.

PALABRA:
Lucas 4,38-44
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella. Él, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose enseguida, se puso a servirles. Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando. De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios». Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías. Al hacerse de día, salió a un lugar solitario. La gente andaba buscando; dieron con él e intentaban retenerlo para que no se les fuese. Pero él les dijo: «También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado». Y predicaba en las sinagogas de Judea. 

Así era la agenda de Cristo
La agenda de Cristo es diáfana: «Hablaba, curaba, oraba». Las tres actividades que dan reflejadas en esta página del evangelio. Hablaba a la gente con un lenguaje nuevo, no para repetirle los viejos preceptos, con nuevas cargas sobre los hombros, sino para ofrecerles nuevos horizontes. Curaba a los enfermos, les recibía, les alentaba, les animaba. Y oraba en el monte, buscando siempre un lugar solitario, alejado de Ia multitud. La agenda del Señor puede servirnos de ejemplo para confeccionar nuestras agendas: formarnos cada día; realizar nuestras actividades y obligaciones; buscar unos minutos de oración y adoración a solas con el Señor, ante un Sagrarioo. Serán así nuestras jornadas, oasis de luz y de alegría.


Señor, haz que yo tenga también una agenda como la tuya, rebosante de actividades que llenen por completo mi vida, que la hagan mejor cada día, que me permitan conseguir una vida lograda.












sábado, 2 de septiembre de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL VIERNES 01/09/2017





Viernes 01 Septiembre
XXII del T.0.
2° del salterio
1Tes 5,1-6.9-11 /
Sal 26 / Lc 4,31-37





Na Sra. del Puig;
Na Sra. de la Cinta;
Gil; Josué; Simeón
Estilita el Viejo

PALABRA:
Lucas 4,31-37
En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Se quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». Jesús le intimó: «¡Cierra la boca y sal!». El demonio tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle daño. Todos comentaban estupefactos: «¿Qué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen». Noticias de él iban llegando a todos los lugares de la comarca.


La fascinación de Jesús
Destaca en la escena la fascinación de la gente por Jesús. ¿De dónde brotaba esa fascinación? Primero, de su verdad, de la presentación que hacía de su misión, de la fidelidad que mostraba en la comunicación de la Buena Noticia, pero, sobre todo, de su cercanía a la gente, del poder de su palabra para imponerse a las fuerzas del mal. Jesucristo «no va a lo suyo», va directamente al corazón de cada persona. No se queda en el anuncio sino que desciende a su realización. ¿Qué fascina de Jesús? Su mirada que penetra con dulzura y firmeza; sus manos que estrechan otras manos. Jesús es todo: manos, pies, ojos para nosotros; nos acaricia, nos busca, nos mira, nos invita a seguirle, cura las heridas sangrantes de nuestra vida.



Señor, queremos sentirte a nuestro lado, queremos escuchar tu voz, queremos seguir tus pasos... Y saber que nos libras siempre de todo mal.Ramón Nonato; Paulino de Tréveris; Aidano; Abundio; Bto. Pere Tarrés











cultivarseescrecer Chanel