domingo, 10 de septiembre de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO 10/09/2017


Domingo 10 Septiembre

XXIII del T.O. 
3° del salterio 
Co13,12-17 / Sal 
150 / Lc 6,27-38







Nª Sra. de
Maravillas; Nicolás;
Btos. Alfonso
y Alonso; Btos.
Francisco Gárate y

Jacinto Orfanell

PALABRA:
Lucas 6,27-38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis solo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen. Y si prestáis solo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros».


El mundo se transforma desde el corazón
Jesús nos ofrece la clave para la transformación del mundo: no reside tanto en el cambio de estructuras, cuanto en el cambio del corazón de las personas. El mundo se transforma cambiando a las personas. Jesús nos propone el amor que vence al odio; la mansedumbre que vence a la injuria; la aceptación de la ofensa que vence a la humillación; la renuncia a lo propio que vence al robo. «Haced el bien, comprended, sed compasivos». En una palabra: «humanizaos», «llenaos de vida». Pero esta es una tarea que no está solo en nuestras manos y que no solo depende de nosotros. Necesitamos la fuerza de lo Alto. Quizás algunos piensen que es tarea imposible. Y lo es, si no abrimos nuestro corazón al Padre celestial, si no somos compasivos como Él, si no nos llenamos del Espíritu.


                        



CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO 09/09/2017


Sábado 09 Septiembre
XXIII del T.O.
3º del salterio
Col 3,1-71 /Sal 144 
/ Lc 6,20-26






S. Pedro Claver, 
ml.
María de la Cabeza; 
Nª Sra. de Aránzazu; 
Audomaro; Bta.
Ángela Salawa


PALABRA:
Lucas 6,20-26
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: «Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas».


¡Dios nos ofrece el motor del cambio!
Las bienaventuranzas nos plantean siempre la lucha entre el «ser».y el «tener»; entre «las cosas» y «las personas»; entre lo «humano» y lo «material». El reino de Dios es la fuerza que puede cambiar este mundo, porque el mundo no se cambiará por el poder, por la lucha entre los pueblos y naciones, por el dinero, por los sistemas económicos, por la mejor planificación técnica de todas las posibles. El mundo será transformado por la acción de Dios, por los valores de su reino. Y el verdadero motor no se centra en «los bienes materiales» sino en «el corazón de las personas». Ahí es donde actúa Dios, a través de «la fuerza que viene de lo Alto». Con este planteamiento nos dará gusto leer y releer las bienaventuranzas porque iremos descubriendo la diferencia entre «el ser» y «el tener», entre «una persona» y «una cosa», entre «un corazón» y «una espada».



¡No se puede servir a dos señores: al pueblo y al poder, al Reino y al sistema, al Dios de Jesucristo y al diablo del dinero! ¡Danos, Señor, el poder de tu Palabra y la fuerza de tu gracia para seguir caminando!









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