lunes, 18 de septiembre de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO 17/09/2017


Domingo 17 Septiembre
XXIV del TO.
4° del salterio
1Tim 4,12-76 /Sal
710 /Lc 7,36-50





S. Roberto 
Belarmino, m.l.
Columba; Sátiro; 
Judit; Francisco Mª
de Camporosso; 
Hildegarda de Binge

PALABRA:
Lucas 7,36-50
En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al. ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: «Si este fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora». Jesús tomó la palabra y le dijo: «Simón, tengo algo que decirte». Él respondió: «Dímelo, maestro». Jesús le dijo: «Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagai; los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?». Simón contestó: «Supongo que aquel a quien le perdonó más». Jesús le dijo: «Has juzgado rectamente». Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella; en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama». Y a ella le dijo: «Tus pecados están perdonados». Los demás convidados empezaron a decir entre sí: «¿Quién es este, que hasta perdona pecados?». Pero Jesús dijo a la'mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz».

Señor, yo quiero buscarte siempre, encontrarte y amarte. Son los tres hermosos compases del cristianismo: buscar a Dios, encontrar a Dios, amar a Dios. Nuestra vida siempre será búsqueda, encuentro y amor. En todo lugar, en todo momento, contigo, Señor, y con todos los que nos cruzamos en nuestro camino.



             




domingo, 17 de septiembre de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO 16/09/2017

Sábado 16 Septiembre
XXIV del TO.
4° del salterio
1Tim 3,14-76 /Sal 
110/Lc 7,37-35





S. Cornelio y S. 
Cipriano, m.o.
Víctor III; Eufemia; 
Rogelio y Servideo; 
Juan Macías;
Ludmila

PALABRA:
Lucas 7,37-35
En aquel tiempo, dijo el Señor: «¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: "Tocamos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis". Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenía un demonio; viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: "Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de publicanos y pecadores". Sin embargo, los discípulos de la sabiduría le han dado la razón».

Conjuntar los dos caminos
Está claro que Jesús nos habla de dos caminos con la parábola de los niños: el camino de la renuncia personal de todo, del sacrificio heroico, y el camino de una humanización que nos hace contemplar la vida como una gozosa convivencia de todos. Juan el Bautista es el prototipo del camino duro, en su forma de vestir, de vivir, de relacionarse. Jesús en cambio nos ofrece el camino de una vida más humana, de una mayor relación entre todos, en la que la convivencia desemboca en felicidad. El Bautista se aleja y se marcha al desierto; Jesucristo se acerca, entra en las casas, comparte la comida, asiste a las bodas. La clave está en «conjuntar» los dos caminos. Hace falta la austeridad del Bautista y su comportamiento ejemplar para adentrarse después, en la caravana que nos exigirá entrega al prójimo, desde la propia renuncia y desde el sacrificio. -


Señor, haz que saboreemos la vida, abiertos a la convivencia, al diálogo, conectados con la realidad, con los gozos y angustias del mundo, sabiendo que la clave está en Ti, Señor, que nos enseñas la gran asignatura del verdadero amor.


             



cultivarseescrecer Chanel