martes, 19 de septiembre de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 18/09/2017




Lunes 18 Septiembre
XXIV DEL T.O
4° del salterio 
1Tim 6,2c-12 /Sal
48/ Lc 8,1-3







Irene; Sofía; 
José de Cupertino


PALABRA:
Lucas 8,1-3
En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.



El trato de Jesús con las mujeres
El texto es breve pero sus mensajes son luminosos: primero, se destaca la presencia de las mujeres siguiendo también a Jesús, con lo que rompe los esquemas culturales y las costumbres de aquel tiempo; segundo, la libertad y la humanidad de Jesús, eliminando tratos discriminatorios; tercero, en sus apariciones como resucitado la mujer tiene primacía y papel destacado; cuarto, Jesús no tiene en cuenta las normas que marginaban a la mujer, sin derecho ni igualdad con el hombre; quinto, la generosidad de aquellas mujeres que le ayudaban con sus bienes.


Señor, un himno de gratitud se alza por tantos bienes recibidos de Ti, por devolvernos la dignidad perdida, pero, sobre todo, por ese trato de igualdad y de justicia que practicas, rescatando para la mujer su gran misión en la historia de la humanidad





              




lunes, 18 de septiembre de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO 17/09/2017


Domingo 17 Septiembre
XXIV del TO.
4° del salterio
1Tim 4,12-76 /Sal
710 /Lc 7,36-50





S. Roberto 
Belarmino, m.l.
Columba; Sátiro; 
Judit; Francisco Mª
de Camporosso; 
Hildegarda de Binge

PALABRA:
Lucas 7,36-50
En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al. ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: «Si este fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora». Jesús tomó la palabra y le dijo: «Simón, tengo algo que decirte». Él respondió: «Dímelo, maestro». Jesús le dijo: «Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagai; los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?». Simón contestó: «Supongo que aquel a quien le perdonó más». Jesús le dijo: «Has juzgado rectamente». Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella; en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama». Y a ella le dijo: «Tus pecados están perdonados». Los demás convidados empezaron a decir entre sí: «¿Quién es este, que hasta perdona pecados?». Pero Jesús dijo a la'mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz».

Señor, yo quiero buscarte siempre, encontrarte y amarte. Son los tres hermosos compases del cristianismo: buscar a Dios, encontrar a Dios, amar a Dios. Nuestra vida siempre será búsqueda, encuentro y amor. En todo lugar, en todo momento, contigo, Señor, y con todos los que nos cruzamos en nuestro camino.



             




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