viernes, 22 de septiembre de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL JUEVES 21/09/2017



Jueves 21 Septiembre
Oficio de la f.
Ef 4,1-711-13 /Sal 
18 / Mt 9,9-13









S. Mateo, f.
Jonás Ifigenía:
Isacio; Melecio



PALABRA:
Mateo 9,9-1
En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre lla mado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió. Y, estan do en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesú y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?». Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».


La figura fascinante de Mateo
La figura de Mateo nos resulta siempre fascinante: ahí lo tenemos, sentado en el mostrador de los impuestos, y perteneciente a una clase social «mal vista», con no muy «buena imagen». Pero abre de par en par su vida a la llamada del Maestro: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió. Así de radical, así de tajante, así de fácil. Está claro que la verdadera «imagen» que Jesús busca es la de la «conversión», la de la «transformación de los corazones», la de «hacernos mejores». No valen otras componendas. Mateo nos enseña a responder a las propuestas de Jesús: con generosidad, apostando por Él, siguiendo su voz y sus pasos. No resulta fácil en esta hora ser fieles a la vocación, responder con fidelidad a las llamadas del Señor. Al fin, Mateo se convirtió en «buena gente».



Señor, qué distinta es nuestra forma de pensar y de actuar. Para nosotros, la «buena imagen» se centra en el ropaje externo, en los puestos de las escalas sociales, en lo que tenemos y aparentamos. Sin embargo, para Ti, Señor, la «buena imagen» va por dentro y consiste, sobre todo, en abrirnos a tu Palabra, en responder a tus llamadas, generosamente, sacrificadamente.





             




jueves, 21 de septiembre de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MIÉRCOLES 20/09/2017



Miércoles 20 Septiembre
1º del salterio
Sab 2,12.17-20 /Sal 
53 / Sant 3,16-4,3 / 
Mc 9,30-37







Andrés Kim, Pablo 
Chong y comp.;
Agapito I; José María 
Yermo y Parres

PALABRA:
Sabiduría 2,12.17-20
Se dijeron los impíos: «Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él».








Salmo 53
El Señor sostiene mi vida.






Santiago 3,16-4,3 
Queridos hermanos: Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males. La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia. ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones.


Marcos 9,30-37
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará». Pero no entendían aquello,

y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?». Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser primero, que sea el último de todos y el servidor de todos». Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».


Retrato de los apóstoles
Esta página del evangelio nos ofrece un retrato de cómo eran los apóstoles durante la vida de Jesús: ignorantes, cobardes, llenos de miedo, obstinados. Jesús les descubre cuál va a ser la trayectoria de su vida, les habla de la pasión, de la muerte y de la resurrección. Y ellos, mientras tanto, pensando en honores y en primeros puestos. Tardarán mucho en captar el acontecimiento central del evangelio. A veces, sin darnos cuenta, a nosotros puede ocurrirnos lo mismo. No acabamos de ver la trayectoria de un cristiano: seguir a Jesús, cumplir la voluntad de Dios, aceptar y cargar con la cruz, llegar incluso a la muerte en testimonio de nuestra fe, para desembocar en el triunfo de la resurrección. Sentimos miedo de las ofertas de Dios y nos aferramos con fuerza a las ofertas de los hombres. Pensamos más en la escala de los honores y de las importancias humanas, que en nuestra generosa entrega a la voluntad de Dios.

Señor, la vida es un don y hemos de realizarla conforme al guión que nos entregas para lograr así nuestra plenitud, nuestra felicidad. Morir a nosotros mismos, a nuestros afanes mundanos, a nuestras escalas de valores, para adentramos en ese otro mundo de unas cruces que nos abren al esplendor de tu gloria.



           




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