Jueves 21 Septiembre
Oficio de la f.
Ef 4,1-711-13 /Sal
18 / Mt 9,9-13
S. Mateo, f.
Jonás Ifigenía:
Isacio; MelecioPALABRA:
Mateo 9,9-1
En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre lla mado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió. Y, estan do en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesú y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?». Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».
La figura de Mateo nos resulta siempre fascinante: ahí lo tenemos, sentado en el mostrador de los impuestos, y perteneciente a una clase social «mal vista», con no muy «buena imagen». Pero abre de par en par su vida a la llamada del Maestro: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió. Así de radical, así de tajante, así de fácil. Está claro que la verdadera «imagen» que Jesús busca es la de la «conversión», la de la «transformación de los corazones», la de «hacernos mejores». No valen otras componendas. Mateo nos enseña a responder a las propuestas de Jesús: con generosidad, apostando por Él, siguiendo su voz y sus pasos. No resulta fácil en esta hora ser fieles a la vocación, responder con fidelidad a las llamadas del Señor. Al fin, Mateo se convirtió en «buena gente».
Señor, qué distinta es nuestra forma de pensar y de actuar. Para nosotros, la «buena imagen» se centra en el ropaje externo, en los puestos de las escalas sociales, en lo que tenemos y aparentamos. Sin embargo, para Ti, Señor, la «buena imagen» va por dentro y consiste, sobre todo, en abrirnos a tu Palabra, en responder a tus llamadas, generosamente, sacrificadamente.