Martes 17 Octubre
XXVIII del T.O.
4a del salterio
Rom 4,13.16-18/
Sal 104/ Lc 12,8-12
S. Ignacio de
Antioquía, m.o.
Etelberto y Etelredo;
Bto. Contardo Ferrini
PALABRA:
Lucas 12,8-12
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si uno se pone de mi parte ante los hombres, también el Hijo del hombre se pondrá de su parte ante los ángeles de Dios. Y si uno me reniega ante los hombres, lo renegarán a él ante los ángeles de Dios. Al que hable contra el Hijo del hombre se le podrá perdonar, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará. Cuando os conduzcan a la sinagoga, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de lo que vais a decir, o de cómo os vais a defender. Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir».
¡Ay de los que rechazan la salvación!
Esta página del evangelio nos habla de la blasfemia contra el Espíritu Santo. Juan Pablo II la comentaba así: «La blasfemia no consiste en el hecho de ofender con palabras al Espíritu Santo; consiste en el rechazo de aceptar la salvación que Dios ofrece al hombre por medio del Espíritu Santo, que actúa en virtud del sacrificio de la cruz. Si Jesús afirma que la blasfemia contra el Espíritu Santo no puede'ser perdonada, es por el rechazo radical a convertirse. La blasfemia contra el Espíritu Santo es el pecado cometido por el hombre que reivindica un pretendido "derecho" de perseverar en el mal —en cualquier pecado— y rechaza así la redención». No se podría decir mejor, ni con mayor claridad. Dios se nos ofrece siempre, nos espera siempre.
De nuevo escuchamos tus palabras, Señor, cuando nos dices: «No os preocupéis si os conducen ante los magistrados, porque el Espíritu Santo os enseñará lo que tenéis que decir». ¡Cuánta confianza nos infundes siempre!