Jueves 19 Octubre
XXIX del T.O.
1º del salterio
Rom 4,20-25 / Sal
Lc 1,69-75 / Lc
12,13-21
S. Pedro de
Alcántara /Juan
de Brébeuf e Isaac
Jogues / Pablo de
la Cruz, m.l.
Laura; Rosina; Lucio
PALABRA:
Lucas 12,13-21
En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia». Él le contestó: «Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?». Y dijo a la gente: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes». Y les propuso una parábola: «Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo dónde almacenar la cosecha". Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida". Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?". Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios».
Jesucristo nos habla de la trampa del dinero para que estemos alertas y no caigamos en ella. ¿Cuál es esa trampa? Que se nos presenta como la panacea de la felicidad, cuando, sus primeros frutos son tan amargos como la división, el enfrentamiento y la ruptura con los demás, especialmente, cuando están de por medio familias enteras. El dinero acumulado nos tiende también la trampa de una falsa seguridad, como bien subraya el Señor con la parábola del hombre rico que tuvo una gran cosecha. ¿De qué le sirvió? Aquella misma noche le pedirían cuentas. El dinero exige reparto justo, no acumulación en manos de unos pocos. Y exige, sobretodo, el servicio a todas las clases sociales para solucionar problemas y desarrollar la mejor convivencia. La dimensión social del dinero es clave para que no se nos convierta en una trampa.
De la trampa del dinero, líbranos, Señor. Ha de ser para nosotros un don, a nuestro servicio y al servicio del prójimo. Sus ataduras nos convertirán en esclavos.