Viernes 20 Octubre
XXIX del T.O.
1º del salterio
Rom 5,12.15b.17-
19.20b-21 / Sa139 /
Lc 12,35-38
María Bertilla;
Adelina; frene;
Aurelio; Victoriano
PALABRA:
Lucas 12,35-38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesky los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos».
Vigilar para vivir encuentros
El Señor nos invita a la vigilancia para ser mejores, para estar más cerca de Él, como preparación para recibirle en cualquier momento que llame o que llegue a nuestras vidas. No sería buena una vigilancia que nos hace vivir tensos, esperando el premio, buscando el premio. El Señor nos quiere atentos a la realidad, abiertos a su gracia y a sus dones, dispuestos a participar en el banquete de la vida y en la mesa del reino de los cielos. Cristo insiste, una vez más, en la imagen acogedora de la comida, que supone «estar juntos», «convivir en la alegría», «disfrutar de un Dios que nos quiere con locura». La mezquindad de ser buenos por un premio desfigura la placidez del encuentro con el Señor.
Señor, queremos descubrir el mundo y amar a nuestros hermanos, no porque todo eso tenga un premio, sino porque esa actitud ya es.un premio de gozo y de gloria, ya es una actitud que nos hace plenamente felices, saboreando tu amor y el amor de los hermanos.