sábado, 21 de octubre de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL VIERNES 20/10/2017





Viernes 20 Octubre
XXIX del T.O.
1º del salterio
Rom 5,12.15b.17-
19.20b-21 / Sa139 /
Lc 12,35-38




María Bertilla; 

Adelina; frene;
Aurelio; Victoriano


PALABRA:
Lucas 12,35-38 
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesky los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos».



Vigilar para vivir encuentros 
El Señor nos invita a la vigilancia para ser mejores, para estar más cerca de Él, como preparación para recibirle en cualquier momento que llame o que llegue a nuestras vidas. No sería buena una vigilancia que nos hace vivir tensos, esperando el premio, buscando el premio. El Señor nos quiere atentos a la realidad, abiertos a su gracia y a sus dones, dispuestos a participar en el banquete de la vida y en la mesa del reino de los cielos. Cristo insiste, una vez más, en la imagen acogedora de la comida, que supone «estar juntos», «convivir en la alegría», «disfrutar de un Dios que nos quiere con locura». La mezquindad de ser buenos por un premio desfigura la placidez del encuentro con el Señor. 

Señor, queremos descubrir el mundo y amar a nuestros hermanos, no porque todo eso tenga un premio, sino porque esa actitud ya es.un premio de gozo y de gloria, ya es una actitud que nos hace plenamente felices, saboreando tu amor y el amor de los hermanos. 




viernes, 20 de octubre de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL JUEVES 19/10/2017



Jueves 19 Octubre
XXIX del T.O. 
1º del salterio 
Rom 4,20-25 / Sal 
Lc 1,69-75 / Lc 
12,13-21 






S. Pedro de 
Alcántara /Juan 
de Brébeuf e Isaac 
Jogues / Pablo de 
la Cruz, m.l. 
Laura; Rosina; Lucio 


PALABRA:
Lucas 12,13-21 
En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia». Él le contestó: «Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?». Y dijo a la gente: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes». Y les propuso una parábola: «Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo dónde almacenar la cosecha". Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida". Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?". Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios». 

Cuando el dinero es una trampa 
Jesucristo nos habla de la trampa del dinero para que estemos alertas y no caigamos en ella. ¿Cuál es esa trampa? Que se nos presenta como la panacea de la felicidad, cuando, sus primeros frutos son tan amargos como la división, el enfrentamiento y la ruptura con los demás, especialmente, cuando están de por medio familias enteras. El dinero acumulado nos tiende también la trampa de una falsa seguridad, como bien subraya el Señor con la parábola del hombre rico que tuvo una gran cosecha. ¿De qué le sirvió? Aquella misma noche le pedirían cuentas. El dinero exige reparto justo, no acumulación en manos de unos pocos. Y exige, sobretodo, el servicio a todas las clases sociales para solucionar problemas y desarrollar la mejor convivencia. La dimensión social del dinero es clave para que no se nos convierta en una trampa. 




De la trampa del dinero, líbranos, Señor. Ha de ser para nosotros un don, a nuestro servicio y al servicio del prójimo. Sus ataduras nos convertirán en esclavos.










            




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