miércoles, 15 de noviembre de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MARTES 14/11/2017



Martes 14 Noviembre
XXXII del T.O.
4a del salterio
Sab 18,14-16, 19,6-9
/Sal 104/ Lc 18,1-8




José Pignatelli; 
Deodato de Rodez; 
León de Asís

PALABRA:
Lucas 18,1-8
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario". Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara"». Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».


Jesús nos invita a orar siempre
Jesús nos invita a orar siempre, sin cansarnos. por qué no rezamos más? ¿Por qué no dedicamos unos minutos cada día para visitar al Señor en el Sagrario? ¿Por qué no dialogamos con Cristo? Sencillamente porque, muchas veces, no consideramos necesaria la oración. No hemos descubierto su grandeza -estar con el Señor unos minutos, abrirle nuestro corazón-, ni hemos experimentado sus bienes y sus frutos. La parábola de esta viuda que insiste ante el juez una y otra vez debe abrirnos los ojos para que aprendamos la importancia de la oración. Y esa importancia se concentra, se resume, en esta frase: «La oración nos consigue lo que de verdad necesitamos en la vida». Pero, ¿es posible? ¿De verdad podemos conseguir aquello que necesitamos? Sí, de verdad. Ahí tenemos el testimonio de la viuda.



Señor, enséñanos a orar, es decir, a acercarnos a Ti, con plena confianza, pidiéndote aquello que necesitamos en justicia, en la seguridad plena de que Tú nos escuchas, atiendes a nuestras peticiones, solucionas nuestros problemas. ¡Qué maravilla poder hablar contigo!


                 


martes, 14 de noviembre de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 13/11/2017





Lunes 13 Noviembre
XXXII del T.O.
4a del salterio
Sab 13,1-9/Sal 
18/ Lo 17,26-37






S. Leandro, m.l. 
Diego de Alcalá;
Estanislao de Kostka; 
Nicolás I; Abbón de 
Fleury; Homobono 

PALABRA:
Lucas 17,26-37
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardarse su vida la perderá; y el que la pierda la recobrará. Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán». Ellos le preguntáron: «¿Dónde, Señor?». Él contestó: «Donde se reúnen los buitres, allí está el cuerpo».

Pero su Palabra no pasará jamás
El lenguaje 'apocalíptico nos sobrecoge siempre. Cristo se acerca a nosotros para decirnos al oído: «Todo irá pasando, y en el transcurrir de vuestro tiempo, Dios tiene la última palabra. Estad atentos a esa palabra, que será siempre de vida, de luz, de salvación». Debemos estar preparados para el momento en que la hora de Dios se haga presente en nuestro tiempo. Puede ser hoy, puede ser de aquí a mil años. Lo que da seguridad no es saber la hora del fin del mundo, sino la certeza de la presencia de la palabra de Jesús presente en la vida. El mundo pasará, pero su palabra no pasará jamás. Y así, sentiremos que Dios nos acompaña. Y está siempre de nuestra parte.




¡Cómo agobian los problemas cuando no se hablan! ¡Cuánta angustia en la vida si no hay criterio! Es como un barco a la deriva. El Señor nos invita a vivir en la espera, y a esperar preparados para la hora de Dios.









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