Miércoles 15 Noviembre
1º del salterio
Dan 12,1-3 /Sal 15
/ Heb 10,114 4. 18/
Mc 13,24-32
Alberto Magno;
Nª Sra. de las
Angustias; Leopoldo
III; Macuto; Didier
Daniel 12,1-3
Por aquel tiempo se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo: serán tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora. Entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro. Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua. Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad.
Salmo 15
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Hebreos 10,11-14.18
Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio, diariamente, ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados. Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados. Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados.
Marcos 13,24-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que ncl, pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre».
El gran anuncio
Se acerca el final del año litúrgico y la Iglesia nos ofrece el gran anuncio de esperanza que Dios nos promete en Jesús: «la instauración del reinado de Dios en la humanidad». Con lenguaje figurado que Marcos toma de los profetas de Israel, el evangelio afirma que la humanización de este mundo se producirá mediante la caída de los grandes imperios opresores. Y se implantará progresivamente la justicia, la igualdad, la solidaridad. Esta página es un hermoso grito de esperanza: saber que la última palabra de la historia la pronuncia Dios; saber que es una palabra de salvación, de misericordia, de plenitud. Y vislumbrar que habrá una justicia para las víctimas, un cielo y una tierra nuevos. «Mis palabras no pasarán», dice el Señor. Por eso, nuestra vida se abre a su Palabra, antorcha de luz para caminar con esperanza.
Señor, confiamos en Ti, nos abrimos a tu Palabra, caminamos de tu mano. No pasa nada. Desaparecerán muchos paisajes pero nos quedará siempre el cielo nuevo, a estreno, para gozar de tu presencia y de tu amor.