martes, 21 de noviembre de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 20/11/2017

Lunes 20 Noviembre
XXXIII del T.O. 
1º del salterio
1Mac 4,36-37,52-
59/Sal 1Crón 
29,10-12 / Lc
19,45-48







Félix de Valois; Bta.
Ángeles de S. José

PALABRA:
Lucas 19,45-48 
En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: «Escrito está: "Mi casa es casa de oración"; pero vosotros la habéis convertido en una "cueva de bandidos"». Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.



«Mi casa es casa de oración»
De nuevo, Cristo aparece en escena para defender el espacio del templo material, profanado por aquellos cambistas y vendedores, que lo han convertido en una «cueva de ladrones». De nuevo, Cristo ante una realidad injusta y desoladora, que hay que cambiar, recuperar y devolverla a sus verdaderos contenidos. Y acomete la tarea con radicalidad, expulsando a los cambistas y derribando sus mesas. Cuando se trata de la «esencia» de las cosas, hay que actuar con rapidez y eficacia. Cuando algo se ha deteriorado o destruido, hay que levantarlo de nuevo. Tiene otras lecturas este pasaje, pero acaso la primera y más sencilla de todas sea la más real: no podemos cruzarnos de brazos ante las profanaciones. Hay que reaccionar con urgencia.





El pueblo entero estaba pendiente de la palabra de gracia que salía de la boca de Jesús. Quizás, por eso, los dirigentes religiosos acentúan su persecución y sus ganas de eliminar a Jesús. La actitud del Maestro nos invita a afrontar las situaciones difíciles, a pesar de las consecuencias.







lunes, 20 de noviembre de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO 19/11/2017


Domingo 19 Noviembre
XXXIII del TO. 
1º del salterio
1Mac 2,15-29 / Sal
49 / Lc 19,41-44





Abdías; Rafael 
de S. José Kalinowski

PALABRA:
Lucas 19,41-44
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: «¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida».


Jesús inaugura ún nuevo culto
En este texto evangélico nos encontramos a Jesús vaticinando y profetizando la destrucción de la ciudad santa y, con ella, la desaparición del templo. Está claro que Jesús inaugura un nuevo culto: la verdadera adoración a Dios no será el culto ligado a un edificio, a un templo de piedra, sino el culto «en Espíritu y verdad». Jesús no ofrece a Dios un culto ritual, sino que se ofrece a sí mismo en su existencia toda. San Pablo lo proclamará con fuerza en la Carta a los hebreos: «No os olvidéis de la solidaridad y de hacer el bien, que tales sacrificios son los que agradan a Dios». Contentarnos solamente con nuestra presencia en las naves del templo, asistiendo y participando en las solemnidades litúrgicas, sería quedarnos a mitad de camino. Es nuestra vida la que cuenta para el Señor, el ofrecimiento de nuestra persona a su voluntad, a lo que quiere de nosotros.



Esta es la experiencia fundamental del apóstol: conocer a Cristo es amarlo y seguirlo en la concreta y ordinaria vida cotidiana. Mira si eres fiel a ese propósito de tratarlo y de vivir con Ellos momentos —difíciles y fáciles— de tu jornada.







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