Lunes 27 Noviembre
XXXIV del T.0.
2° del salterio
Dan 7,2-74 /Sal
Dan 3,75-81 / Lc
21,29-33
Na Sra. de la
Medalla Milagrosa;
Flora y María; Bto.
Ramón Ilull
Lucas 21,29-33
En aquel tiempo, expuso Jesús una parábola a sus discípulos: «Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca. Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. Os aseguro que antes que pase esta generación todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán».
La primavera está cerca
De nuevo, la brisa de la esperanza; la llegada de la liberación. Cristo levanta nuestro ánimo, nos invita a elevar la mirada y contemplar el horizonte de nuestras vidas: «todo esto se cumplirá», «mis palabras no pasarán». No sabemos cómo se llevará a cabo esa «liberación», ni tampoco en qué consistirá esa «primavera». Todo el Evangelio ha de ser para nosotros una promesa de esperanza. Dios tiene su tiempo, sus ritmos, y a nosotros nos corresponde abrir de par en par los ventanales del alma para recibir su venida. Ante el miedo y el pesimismo que, en tantas ocasiones, nos acecha y nos invade, la lectura de esta página del evangelio nos devuelve la paz y la esperanza. Con Dios y de su mano nada hemos de temer. Cumplirá su palabra.
La vida interior es abandonarse en Dios, como en el que en el agua permanece sereno, hasta que llega al fondo, y luego, sube. El que tiene miedo de ahogarse se agita desesperado y se ahoga.