domingo, 24 de diciembre de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO 24/12/2017 MISA DE MEDIANOCHE

Domingo 24 Diciembre
IV de Adviento.
Oficio del día
Mañana: 25am
7,7-5.86-12.146.16
/Sal 88 /
Lc 1,67-79
Vespertina:
1s 62,7-5 / 56188 /
He 13,16-1722-25
/ Mt 1,1-25



Luciano; Adela
Santos Antepasados de Jesús: Adán, Abrahán, Jacob,

David..., Delfín ob, Tarsila vg


MISA DE MEDIANOCHE

Papa Francisco: Por la entrañable misericordia de nuestro Dios. 
Lo esencial, según el Evangelio, es la misericordia. Lo esencial del Evangelio es la misericordia. Dios envió a su Hijo, Dios se hizo hombre para salvarnos, es decir para darnos su misericordia. Lo dice claramente Jesús al resumir su enseñanza para los discípulos: «Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso»

(Lc 6,36) ¿Puede existir un cristiano que no sea misericordioso? No. El cristiano necesariamente debe ser misericordioso, porque este es el centro del Evangelio. Y fiel a esta enseñanza, la Iglesia no puede más que repetir lo mismo a sus hijos: «Sed misericordiosos», como lo es el Padre, y como lo fue Jesús. Misericordia.



PALABRA:
Lucas 1,67-79
En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo; según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz».


La Gran Noticia de todos los tiempos
Hoy es Nochebuena, una de las noches que cambiaron el rumbo de la historia. ¡Cuántos recuerdos, cuántas presencias y ausencias, cuántos mensajes! Podemos y debemos preguntarnos: «J'ara cuántos será buena esta noche?». Acaso la posible respuesta nos hiera el corazón y nos invite a reflexionar sobre cómo sentir y vivir nuestro cristianismo. El evangelio recoge el canto de alabanza de Zacarías después del nacimiento de su hijo. En la primera parte da gracias a Dios, y en la segunda sus ojos miran hacia el futuro. Todo él rezuma alegría y esperanza, al reconocer la acción salvadora de Dios con Israel, que culmina en la venida del mismo Dios encarnado, preparada por Juan. «Bendito el Señor, Dios de Israel...». «El Señor ya está cerca; el Señor ya está aquí». El padre del precursor es consciente de que la venida del Mesías es, sobre todo, luz, una luz que ilumina a los que viven en la oscuridad, bajo las sombras de la muerte. Ojalá percibamos hoy, en esta Nochebuena, que el Niño Jesús viene a iluminar nuestras vidas, a guiamos, a señalarnos por dónde hemos de andar.


               








CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO 23/12/2017




Sábado 23 Diciembre
IV de Adviento.
Oficio del día
Mal 3,1-4.23-24/ 
Sal 24 / Lc 1,57-66






S. Juan de Kety, 
mi.
Antonio de Sta. 
Ana; Sira; Vitoria; 
Mardonio


PALABRA:
Lucas 1,57-66
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan». Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama así». Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió:•«Juan es su nombre». Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: «¿Qué va a ser este niño?». Porque la mano del Señor estaba con él. 


La mano del Señor está con nosotros 
El nacimiento de Juan prepara el nacimiento de Jesús. Y tanto Juan como Jesús no se nos muestran como «cumplidores» sino como «innovadores». La primera «innovación», en el caso de Juan, fue el nombre. No le llamaron Zacarías, como pensaba la gente, sino Juan, que significa «Yavé es clemente». Y así, en la silueta de Juan podemos contemplar ya una nueva imagen de Dios: la clemencia, la compasión y la ternura, en vez de la rigidez, la distancia o la condena. Juan dirige sus pasos hacia el desierto, emprendiendo un camino nuevo, la nueva ruta que Dios le traza. Allí, en el desierto, inicia su predicación, ofrece su experiencia de Dios, señala después la llegada del Mesías. Debemos estar siempre alertas para percibir los signos de los tiempos, los lugares donde Dios nos espera, a veces sitios tan insospechados como un•cruce de caminos o un lugar despoblado o un pequeño desierto, en el que reina la soledad y el silencio.




Señor, pon tu mano sobre nosotros como la pusiste en Juan el Bautista, para que sintamos así tu poder, tu grandeza y, ala par, tus caricias, que nos abren q la confianza y a la esperanza en medio de nuestros desiertos personales.





                                                                                                 



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