martes, 26 de diciembre de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 25/12/2017 SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DE JESUCRISTO

Lunes 25 Diciembre
Oficio de la s. 
Medianoche: Is 9,1-3.
5-6 /5a195/11 2,11- 
14 / Lc 2,1-14. Día: 
Is 52,7-10 / 5a197 /
Heb 1,1-6 / In 1,1-18
(breve: 1,1-5.9-14)



Natividad del
Señor, s.
Nª Sra. de Belén

PALABRA:
Juan 1,1-5.9-14
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibe. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba, el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.

¡Feliz Navidad!
Hoy, con la sencillez de los niños, contemplamos el gran misterio de nuestra fe: Dios envía a su Hijo eterno, nacido de la Virgen María, para rescatarnos de la esclavitud del pecado. El apóstol Juan lo explica usando expresiones de gran profundidad teológica: «En el principio existía la.Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios» (in 1,1). Es el vaciamiento de Dios, que se funde con lo humano. Dios omnipotente, sin dejar de ser Dios, ahora es también uno de nosotros. Ha venido a la tierra para devolvernos la condición de hijos de Dios. Pero es necesario que cada uno de nosotros acoja en su interior la salvación que Él nos ofrece, como bien nos lo explica san Juan, «a todos los que lo recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios». ¡Hijos de Dios! Quedamos admirados ante este misterio inefable: «El Hijo de Dios se ha hecho hijo del hombre para hacer a los hombres hijos de Dios», nos dirá san Juan Crisóstomo. Vivimos nuestra «filiación divina» con alegría, con ilusión, con esperanza. ¡Feliz Navidad!


                  





domingo, 24 de diciembre de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO 24/12/2017 MISA DE MEDIANOCHE

Domingo 24 Diciembre
IV de Adviento.
Oficio del día
Mañana: 25am
7,7-5.86-12.146.16
/Sal 88 /
Lc 1,67-79
Vespertina:
1s 62,7-5 / 56188 /
He 13,16-1722-25
/ Mt 1,1-25



Luciano; Adela
Santos Antepasados de Jesús: Adán, Abrahán, Jacob,

David..., Delfín ob, Tarsila vg


MISA DE MEDIANOCHE

Papa Francisco: Por la entrañable misericordia de nuestro Dios. 
Lo esencial, según el Evangelio, es la misericordia. Lo esencial del Evangelio es la misericordia. Dios envió a su Hijo, Dios se hizo hombre para salvarnos, es decir para darnos su misericordia. Lo dice claramente Jesús al resumir su enseñanza para los discípulos: «Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso»

(Lc 6,36) ¿Puede existir un cristiano que no sea misericordioso? No. El cristiano necesariamente debe ser misericordioso, porque este es el centro del Evangelio. Y fiel a esta enseñanza, la Iglesia no puede más que repetir lo mismo a sus hijos: «Sed misericordiosos», como lo es el Padre, y como lo fue Jesús. Misericordia.



PALABRA:
Lucas 1,67-79
En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo; según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz».


La Gran Noticia de todos los tiempos
Hoy es Nochebuena, una de las noches que cambiaron el rumbo de la historia. ¡Cuántos recuerdos, cuántas presencias y ausencias, cuántos mensajes! Podemos y debemos preguntarnos: «J'ara cuántos será buena esta noche?». Acaso la posible respuesta nos hiera el corazón y nos invite a reflexionar sobre cómo sentir y vivir nuestro cristianismo. El evangelio recoge el canto de alabanza de Zacarías después del nacimiento de su hijo. En la primera parte da gracias a Dios, y en la segunda sus ojos miran hacia el futuro. Todo él rezuma alegría y esperanza, al reconocer la acción salvadora de Dios con Israel, que culmina en la venida del mismo Dios encarnado, preparada por Juan. «Bendito el Señor, Dios de Israel...». «El Señor ya está cerca; el Señor ya está aquí». El padre del precursor es consciente de que la venida del Mesías es, sobre todo, luz, una luz que ilumina a los que viven en la oscuridad, bajo las sombras de la muerte. Ojalá percibamos hoy, en esta Nochebuena, que el Niño Jesús viene a iluminar nuestras vidas, a guiamos, a señalarnos por dónde hemos de andar.


               








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