Fiesta del Bautismo del Señor
Santos Gregorio de Nisa ob, Miltiades pp, Guillermo oh.Beatos Ana de los Ángeles vg, Gonzalo, pb
Papa Francisco: Hoy celebramos la fiesta del Bautismo del Señor, que concluye el tiempo de Navidad. La voz del Padre proclama el misterio que se oculta en el Hombre bautizado por el Precursor. Y luego la venida del Espíritu Santo, en forma de paloma. Poner bajo la acción del Espíritu Santo nuestra vida de cristianos y la misión, que todos recibimos en virtud del Bautismo, significa volver a encontrar la valentía apostólica necesaria para superar fáciles comodidades mundanas. Con el Bautismo se abre la puerta a una efectiva novedad de vida que no está abrumada por el peso de un pasado negativo, sino que goza ya de la belleza y la bondad del reino de los cielos. Se trata de una intervención poderosa de la misericordia de Dios en nuestra vida, para salvarnos.
PALABRA
⦁ Isaías 40,1-5.9-11: Consolad, consolad a mi pueblo, dice vues-
tro Dios; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle: que se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados. Una voz grita: En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que los montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del señor , y la verán todos los hombres juntos —ha hablado la boca del señor; subete a un monte elevado, heraldo de Sion; alza la voz heraldo de jerusalen; alzala, no temas, di a las ciudades de Judá: Aqui esta vuestro Dios. Mirad: el Señor Dios llega con poder, y su brazo manda. Mirad viene con él su salario, y su recompensa lo precede. Como un pastor que apacienta el rebaño , su brazo lo reúne, toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres».
ORACIÓN:
⦁ Salmo 103 , 1-4, .24-31): Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres!
ORACIÓN:
⦁ Salmo 103 , 1-4, .24-31): Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres!
⦁ Tito 2, I 1 14; 3,,4-7:
Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Señor nuestro, Jesucristo. Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y para prepararse un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras. Cuando ha aparecido la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor al hombre, no por las obras de justicia que hayamos hecho nosotros, sino que según su propia misericordia nos ha salvado, con el baño del segundo nacimiento y con la renovación por el Espíritu Santo; Dios lo derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo, nuestro Salvador. Así, justificados por su gracia, somos, en esperanza, herederos de la vida eterna.
Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Señor nuestro, Jesucristo. Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y para prepararse un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras. Cuando ha aparecido la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor al hombre, no por las obras de justicia que hayamos hecho nosotros, sino que según su propia misericordia nos ha salvado, con el baño del segundo nacimiento y con la renovación por el Espíritu Santo; Dios lo derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo, nuestro Salvador. Así, justificados por su gracia, somos, en esperanza, herederos de la vida eterna.
• LUCAS 3,15-16.21-22: El pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego». En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto.
ORACIÓN.
JESÚS, Hijo de Dios, el amado, el predilecto, te colocas entre los pecadores que acuden a
que Juan los bautice y quedar purificados. Tu actitud no es sólo dejar que caiga el agua "mi" del Jordán sobre tu cabeza: el evangelista deja constancia de que estabas recogido en oración cuando se abrió el cielo, vino el Espíritu sobre ti y te proclamó su predilecto. Al acudir a bautizarte estás asumiendo mi lugar, porque soy yo el pecador necesitado de perdón, y tú eres el único Justo. Gracias, Jesús, por tu Bautismo y por mi Bautismo, en el que recibí de tu generosidad el mayor tesoro, la fe, y compartí contigo ser hijo de Dios, que es "Misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad" (Éxodo 34,6). (Sigue tu oración personal).
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