viernes, 16 de marzo de 2018

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL JUEVES 14/03/2018






Cuaresma 5ª Salterio1º Semana.Tomo II
Jueves 14 Marzo








Santos Matilde re, Alejandro mr, Lázaro ob, Paulina rl






⦁ Papa Francisco: La luz de la fe: la tradición de la Iglesia ha indicado con esta expresión el gran don traído por Jesucristo, que en el Evangelio de san Juan se presenta con estas palabras: «Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas». En el mundo pagano hambriento de luz, se había desarrollado el culto al Sol. Conscientes del vasto horizonte que la fe les abria, los cristianos llamaron a Cristo el verdadero sol, «cuyos rayos dan la vida». Quien cree ve; ve con una luz que ilumina todo el trayecto del camino, porque llega a nosotros desde Cristo resucitado, estrella de la mañana que no conoce ocaso.


PALABRA:
⦁ Jesús volvió a hablar a los fariseos: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida». Le dijeron los fariseos: «Tú das testimonio de ti mismo, tu testimonio no es válido». Jesús les contestó: «Aunque yo doy testimonio de mi mismo, mi testimonio es válido, porque sé de dónde he venido y donde voy; en cambio, vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde voy. Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie; y, si juzgo yo, mi juicio es legitimo, porque no estoy yo solo, sino que estoy con el que me ha enviado, e1 Padre; y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos es válido. Yo doy testimonio de mí mismo, y además da testimonio de mí el que me envió, el Padre». Ellos le preguntaban: «¿Dónde está tu Padre?». Jesús contestó: «Ni me conocéis a mí ni a mi Padre; si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre». Jesús tuvo esta conversación junto las ofrendas, cuando enseñaba en el templo.Y nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.


ORACIÓN:
Daniel 13, 41c-62; Salmo 22,1-6 • JUAN 8,12-20
CRISTO, la infinita Misericordia de Dios y la inteligencia del mayor de los hombres resaltan en este episodio evangélico. ¡Qué bien supiste salir airoso de la trampa que te tendieron los fariseos! Conocer a tu Padre, y conocerte a ti, el enviado por Padre para salvar al hombre, es la vida eterna. ¡Cuántas veces vivo como si sólo tuviera esta existencia, como si no hubiera vida eterna, en la que me has preparado un lugar! Gracias Jesús.
(sigue tu oración personal).









miércoles, 14 de marzo de 2018

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MARTES 13/03/2018




Cuaresma/5° Salterio Iº Semana. Tomo II
Martes 13 Marzo






Santos Rodrigo y Salornón mrs, Macedonio y
Patricia es e hija, Modesta mrs, Sabino mr







Papa Francisco: En este quinto domingo de Cuaresma, el evangelio nos presenta el episodio de la mujer adúltera (cf. .Jn8,1-11), que Jesús salva de la condena a muerte. Conmueve la actitud de Jesús: no oímos palabras de desprecio, no escuchamos palabras de condena, sino solamente palabras de amor, de misericordia, que invitan a la conversión: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más». El rostro de Dios es el de un padre misericordioso, que siempre tiene paciencia. ¿Habéis pensado en la paciencia de Dios, la paciencia que tiene con cada uno de nosotros? Esa es su misericordia. Siempre tiene paciencia con nosotros, nos comprende, nos espera, no se cansa de perdonarnos si sabemos volver a Él con el corazón contrito. Él jamás se cansa de perdonar, pero nosotros, a veces, nos cansamos de pedir perdón. No nos cansemos nunca, no nos cansemos nunca.

Isaías 43,16-21:Así dice el Señor, que abrió camino en el mar y senda en las aguas impetuosas; que sacó a batalla carros y caballos, tropa con sus valientes: caían para no levantarse, se apagaron como mecha que se extingue. No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo, mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo; me glorificarán las bestias del campo, chacales y avestruces, porque ofreceré agua en el desierto, ríos en el yermo para apagar la sed de mi pueblo, de mi escogido, el pueblo que yo formé, para que proclamara mi alabanza.




Salmo 125, l -6: El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.





Filipenses 3,8-14: Todo lo estimo pérdida, comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una justicia mía -la de la ley—, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe. Para conocerlo a él, y la fuerza de la resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos. No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo. Y aunque poseo el premio, porque Cristo Jesús me lo ha entregado, hermanos, yo a mí mismo me considero como si aún no hi conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la met ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús.

JUAN 8,1-11: Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amane presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentá les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprend adulterio y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer 1 sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda ap a las adúlteras; tú, ¿qué dices?». Le preguntaban esto para compronr y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que e pecado, que le tire la primera piedra». E inclinándose otra vez, sigo cribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, emp( por los más viejos.Y quedó solo Jesús, con la mujer, que seguía allí c Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusa ¿ninguno te ha condenado?». Ella contestó: «Ninguno, Señor».

ORACIÓN:
CRISTO, compasivo y misericordioso, defensor de los débiles y salvador de los pecadores, aleja de mi corazón todo juicio y condenación. Hazme partícipe de tu Misericordia. Y ábreme el oído: Anda y en adelante no peques más; porque puedo poner en peligro mi fe. (Sigue tu oración personal).






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