Cuaresma/5° Salterio Iº Semana. Tomo II
Martes 13 Marzo
Santos Rodrigo y Salornón mrs, Macedonio y
Patricia es e hija, Modesta mrs, Sabino mr
Papa Francisco: En este quinto domingo de Cuaresma, el evangelio nos presenta el episodio de la mujer adúltera (cf. .Jn8,1-11), que Jesús salva de la condena a muerte. Conmueve la actitud de Jesús: no oímos palabras de desprecio, no escuchamos palabras de condena, sino solamente palabras de amor, de misericordia, que invitan a la conversión: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más». El rostro de Dios es el de un padre misericordioso, que siempre tiene paciencia. ¿Habéis pensado en la paciencia de Dios, la paciencia que tiene con cada uno de nosotros? Esa es su misericordia. Siempre tiene paciencia con nosotros, nos comprende, nos espera, no se cansa de perdonarnos si sabemos volver a Él con el corazón contrito. Él jamás se cansa de perdonar, pero nosotros, a veces, nos cansamos de pedir perdón. No nos cansemos nunca, no nos cansemos nunca.
⦁ Isaías 43,16-21:Así dice el Señor, que abrió camino en el mar y senda en las aguas impetuosas; que sacó a batalla carros y caballos, tropa con sus valientes: caían para no levantarse, se apagaron como mecha que se extingue. No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo, mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo; me glorificarán las bestias del campo, chacales y avestruces, porque ofreceré agua en el desierto, ríos en el yermo para apagar la sed de mi pueblo, de mi escogido, el pueblo que yo formé, para que proclamara mi alabanza.
Salmo 125, l -6: El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Filipenses 3,8-14: Todo lo estimo pérdida, comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una justicia mía -la de la ley—, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe. Para conocerlo a él, y la fuerza de la resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos. No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo. Y aunque poseo el premio, porque Cristo Jesús me lo ha entregado, hermanos, yo a mí mismo me considero como si aún no hi conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la met ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús.
⦁ JUAN 8,1-11: Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amane presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentá les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprend adulterio y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer 1 sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda ap a las adúlteras; tú, ¿qué dices?». Le preguntaban esto para compronr y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que e pecado, que le tire la primera piedra». E inclinándose otra vez, sigo cribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, emp( por los más viejos.Y quedó solo Jesús, con la mujer, que seguía allí c Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusa ¿ninguno te ha condenado?». Ella contestó: «Ninguno, Señor».
ORACIÓN: