Tiempo Pascual/7° Salterio 3° Semana. Tomo II
Sábado 12 Mayo
Santos Nereo y Aquiles mrs, Pancracio mr,
Domingo de la Calzada pb, Germán ob.
Beatas Imelda vg, Juana de Portugal mj
Papa Francisco: Abramos nuestro corazón a la acción del Espíritu Santo, el Espíritu del Amor (cf. Rm 5,5), para caminar juntos hacia el día bendito en que reencontremos nuestra plena comunión. En este camino nos sentimos sostenidos por la oración que el mismo Jesús, en esta Ciudad, la vigilia de su pasión, elevó al Padre por sus discípulos, y que no nos cansamos, con humildad, de hacer nuestra: "Que todos sean uno... para que el mundo crea" (in 17,21).
Y cuando la desunión nos haga pesimistas, poco animosos, desconfiados, vayamos todos bajo el manto de la Santa Madre de Dios. Cuando en el alma cristiana hay turbulencias espirituales, solamente bajo el manto de la Santa Madre de Dios encontramos paz. Que Ella nos ayude en este camino.
PALABRA:
Jesús, levantando los ojos al cielo, oró diciendo: «Padre Santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la
palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí. Padre, ese es mi deseo: Que los que me confiaste estén conmigo, donde yo estoy, y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu Nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, como también yo estoy en ellos».ORACIÓN:
Hechos 22,30; 23,6-11; Salmo 15,1-2. 5-11 • JUAN 17,20-26
JESUCRISTO, sentado a la derecha del Padre, sigues intercediendo por los que dejas en este mundo, porque tu ayuda nos es imprescindible. Que llegue el día en que mi unión contigo sea perfecta: que esté donde tú estás y contemple tu gloria. Mientras animo hacia la meta, el Padre me sigue amando y ese amor misericordioso fortalece mi debilidad y eleva mi dignidad y mi responsabilidad de hijo de Dios. (Sigue tu oración personal).