jueves, 17 de mayo de 2018

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MIÉRCOLES 16/05/2018






PENTECOSTÉS
Tiempo Pascual
Miércoles 16 Mayo










Santos ISIDRO LABRADOR es, Juana de Lestonnac rl,
Indalecio, Torcuato y Eufrasio obs mrs



Papa Francisco: "Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros" (in 14,16). El primer Paráclito es el mismo Jesús; el "otro"es el Espíritu Santo. La misión del Espíritu Santo consiste en generar armonía —Él mismo es armonía— y obrar la paz en situaciones diversas y entre individuos diferentes. En segundo lugar, el Espíritu Santo unge. Ha ungido interiormente a Jesús, y unge a los discípulos, para que tengan los mismos sentimientos de Jesús y puedan así asumir en su vida las actitudes que favorecen la paz y la comunión. Con la unción del Espíritu, la santidad de Jesucristo se imprime en nuestra humanidad y nos hace capaces de amar a los hermanos con el mismo amor con que Dios nos ama. Y, finalmente, el Espíritu envía. Jesús es el Enviado, lleno del Espíritu del Padre. Ungidos por el mismo Espíritu, también nosotros somos enviados como mensajeros y testigos de paz. ¡Cuánta necesidad tiene el mundo de nosotros como mensajeros de paz, como testigos de paz!





VIGILIA
PALABRA:
Génesis 11,1-9: Babel: allí confundió el Señor las lenguas de la tierra.
Éxodo 19,3-8a.16-20b: El Señor bajará al monte, más a la vista del pueblo.
Ezequiel 37,1-4: Huesos secos: os infundiré mi Espíritu y viviréis.
Joel 3,1-5: Sobre mis siervos derramaré mi Espíritu.
Salmo 103,1-2.24-30: Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
Romanos 8,22-27: El Espíritu intercede con gemidos inefables.
JUAN 7,37-39: El último día, el más solemne de las fiestas, Jesús en pie gritaba: «El que tenga sed, que venga a mí; el que cree en mí que beba» (Como dice la Escritura: de sus entrañas manarán torrentes de agua viva). Decía esto refiriéndose al Espíritu, que habían de recibir los que creyeran en él. Todavía no se había dado el Espíritu, porque Jesús no había sido glorificado.



Hechos 2,1-8: Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban.Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos preguntaban: «¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?».








Salmo 103,1-2.24.34: Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.










Romanos 8,8-17: Los que viven en la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.Así, pues, hermanos, estamos en deuda, pero no con la carne para vivir carnalmente. Pues si vivís según la carne, vais a la muerte; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis. Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.



JUAN 14,15-16.23b-26: Dijo Jesús a sus discípulos: «Si me amáis, guardéis mis mandamientos.Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros. El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabra.Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo
que os he dicho».


SEÑOR Y DADOR DE VIDA, ESPÍRITU SANTO:
Ven ami vida, te necesito para tener los mismos sentimientos de Cristo; para que su Palabra sea siempre la norma de mi vida; para que la Paz, que el mundo no puede dar y es uno de tus frutos, inunde mi vida; para que triunfes tú en mí contra el eterno enemigo que intenta engañarme.Te canto con tu Iglesia en esta fiesta: Ven, dulce huésped del alma,/ descanso de nuestro esfuerzo,/ tregua en el duro trabajo,/ brisa en las horas de fuego,/ gozo que enjuga las lágrimas/ y reconforta en los duelos. ¡Ven, Espíritu Santo, ten misericordia de mí! (Sigue tu oración personal).




















































miércoles, 16 de mayo de 2018

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MARTES 15/05/2018






Tiempo Ordinario/7°  Salterio 3° Semana. Tomo III
Martes 15 Mayo





 Santos Simón Stock pb, Gema Galgani vg,
Andrés Bobola pb mr, Alipio y Posidio obs.
Beato Gil de Santarem pb

Papa Francisco: Jesús bajaba del monte donde se había transfigurado y se encontró con esta gente inquieta, en desorden: discutían, gritaban. Jesús preguntó qué sucedía, el alboroto disminuyó y comenzó un diálogo con el papá del muchacho poseído. El muchacho parecía como muerto. Jesús lo tomó de la mano, le hizo levantar y lo puso en pie. El muchacho estaba curado y podía volver a casa. Todo ese desorden, esa discusión, acabó en un gesto: Jesús se abaja y toma al niño. Estos gestos de Jesús nos hacen pensar. Jesús siempre nos hace volver a casa, jamás nos deja solos por el camino. Estos gestos de Jesús nos enseñan que cada curación, cada perdón, siempre nos hace volver a nuestro pueblo que es la Iglesia.




PALABRA:
Cuando Jesús y los tres discípulos bajaron de la montaña, al llegar
adonde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente Alrededor, y  a unos escribas discutiendo con ellos. Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo. Él les preguntó: «¿De qué discutís?». Uno le contestó: «Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar y, cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que lo echen, y no han sido capaces». Él les contestó: «¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo». Se lo llevaron. El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; cayó por tierra y se revolcaba, echando espumarajos. Jesús preguntó al padre: «¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?». Contestó él: «Desde ¡ pequeño.Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua, para acabar con éI. Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos». Jesús replicó: «¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe». Entonces el padre del muchacho gritó: «Tengo Fe, pero dudo; ayúdame». Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: «Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando:Vete y no vuelvas a entrar en él». Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo que la multitud decía que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó, tomándolo de la mano, y el niño se puso en pie. Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: «¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?».
respondió: «Esta especie sólo puede salir con oración».


ORACIÓN:
Santiago 3,13-18; Salmo 18,8-10.15 • MARCOS 9,14-29
SEÑOR, todo es posible al que tiene fe. ¡Dámela, por tu Misericordia! Así no tendrás que soportarme en mi tibieza. (Sigue tu oración personal).


















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