Tiempo Ordinario/8° Salterio 4° Semana. Tomo III
Sábado 26 Mayo
Santos FELIPE NERI pb, Mariana de Jesús Paredes vg,
Pedro Mártir Sans ob mr, Felicísima mr
Papa Francisco: «Maestro, que pueda ver». ¡Qué hermosa misión la de dar luz al mundo! El cristiano debería ser una persona luminosa, que lleva luz, que siempre da luz. Una luz que no es suya, sino que es el regalo de Dios, es el regalo de Jesús. Y nosotros llevamos esta luz. Si el cristiano apaga esta luz, su vida no tiene sentido: es un cristiano sólo de nombre, que no lleva la luz, una vida sin sentido. Pero yo quisiera preguntaros ahora: ¿cómo queréis vivir? ¿Como una lámpara encendida o como una lámpara apagada? ¡Lámpara encendida! Es precisamente Dios quien nos da esta luz y nosotros la damos a los demás. Esta es la vocación cristiana.
PALABRA:
Al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
«Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí». Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí». Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo». Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama». Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: «¿Qué quieres que haga por ti?». El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver». Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado». Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
ORACIÓN:
1Pedro 2,2-5.9-12; Salmo 99,2-5 • MARCOS 10,46-52
SEÑOR, yo también soy ciego cuando no veo lo que tú ves, y solo tú puedes curarme. Dame la conciencia de que soy ciego como Bartimeo y necesito la fe luminosa en tu poder y tu amor. Yo te repito mil veces con él, haciendo de su grito la oración del corazón: Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí, que soy un pecador. ¡Cuántas gracias me has concedido! ¡Cuántas gracias tengo que darte, hoy y cada día! (Sigue tu oración personal).