lunes, 30 de julio de 2018

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO DÍA 29/07/2018





Tiempo Ordinario/17°
 SalterioSemana. Tomo III
Domingo 29 Julio










Santa MARTA NT,

Urbano II pp, Félix mr, Próspero mr



 Papa Francisco: Lázaro estaba muerto desde hacía cuatro días, cuando llegó Jesús; y a las hermanas Marta y María les dijo palabras que se grabaron para siempre en la memoria de la comunidad cristiana. Dice así Jesús: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre» (In 11,25-26). Basados en esta Palabra del Señor, creemos que la vida de quien cree en Jesús y sigue sus mandamientos, después de la muerte será transformada en una vida nueva, plena e inmortal. Como Jesús, que resucitó con el propio cuerpo, pero no volvió a una vida terrena, así nosotros resucitaremos con nuestros cuerpos, que serán transfigurados en cuerpos gloriosos. Él nos espera junto al Padre, y la fuerza del Espíritu Santo, que lo resucitó, resucitará también a quien está unido a Él.




PALABRA:
Muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba
Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá». Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día». Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?». Ella le contestó: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».

ORACIÓN:
Jeremías 26,1-9; Salmo 68,5.8-10.14 • JUAN 11,19-27

SEÑOR, tú eres el Señor de la Vida. Y los que creemos en ti, como Dios y Señor, esperamos de ti la resurrección y la vida eterna. Sólo tú has podido decir: "Yo soy la resurrección y la vida". Es lo que tienes reservado para los que, como Marta, te aclamamos como Mesías e Hijo de Dios. Gracias, Señor, por tu gran Misericordia y por esa esperanza que has puesto en mi corazón, y no quedaré defraudado.(Sigue tu oración personal).

yo soy la resurrección y la vida.






      





CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO DÍA 28/07/2018






Tiempo Ordinario/170 Salterio P Semana. Tomo III
Sábado 28 Julio








Santos Catalina Thomas,Víctor I pp, Melchor de Quirós ob mr, Pedro Poveda pb mr, Nazario y Celso mrs



 Papa Francisco: [Red que echan en el mar y recoge toda clase de peces]. Allí donde vamos, hasta en la más pequeña parroquia, en el rincón más perdido de esta tierra, está la única Iglesia; nosotros estamos en casa, estamos en familia, estamos entre hermanos y hermanas. Y esto es un gran don de Dios. La Iglesia es una sola para todos. No existe una Iglesia para los europeos, una para los africanos, una para los americanos, una para los asiáticos, una para quien vive en Oceanía, no; es la misma en todo lugar. Es como en una familia: se puede estar lejos, distribuidos por el mundo, pero los vínculos profundos que unen a todos los miembros de la familia permanecen sólidos cualquiera que sea la distancia.




PALABRA:
Dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece también a la
red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?». Ellos le contestaron: «Sí». Él les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo». Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.

ORACIÓN:
Jeremías 18,1-6; Salmo 145,1-6 • MATEO 13,47-53
SEÑOR, tú echas la red de tu Iglesia al inmenso océano de este mundo huracanado. No pones trabas a los peces que se acercan a ella para encontrar en ti la vida y la misericordia. Todos están llamados a la salvación. Sin embargo, hay muchos que escapan al ver tu red y la maldicen. ¡También quieres que esos se salven! Te pido que mi vida y mi palabra, a tu lado, sea siempre un testimonio que anime a los alejados a ir a ti y acudir a tu Iglesia: sólo en ella podrán encontrar la felicidad y la salvación. (Sigue tu oración personal).

El reino de los cielos se parece a la red

que echan en el mar

y recoge toda clase de peces.
















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