Tiempo Ordinario/ 19º Salterio 3ª Semana. Tomo IV
Jueves 09Agosto
Santos TERESA B. DE LA CRUZ vg mr,
Cándida M.a de J. vg, Román mr.
Beatos Florentino Asensio ob mr
Papa Francisco: La Iglesia propone a nuestra veneración una multitud de mártires, que fueron llamados juntos al supremo testimonio del Evangelio. No quisieron renegar de la propia fe y murieron confesando a Cristo resucitado. ¿Dónde encontraron la fuerza para permanecer fieles? Precisamente en la fe, que nos hace ver más allá de los límites de nuestra mirada humana, más allá de la vida terrena. Conservemos la fe que hemos recibido y que es nuestro verdadero tesoro, renovemos nuestra fidelidad al Señor, incluso en medio de los obstáculos y las incomprensiones. Dios no dejará que nos falten las fuerzas ni la serenidad.
PALABRA:
Dijo Jesús a sus discípulos: «No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones. Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo.Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo».
ORACIÓN:
Eclesiástico 51,1-8; Salmo 30,3-6.16-17 • MATEO 10,28-33
SEÑOR, ¿cómo entender tus palabras: No tengáis miedo a los que matan el cuerpo? No siempre tengo en cuenta que lo que tiene más valor es mi alma, creada a tu imagen y semejanza. Lo sabía perfectamente santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), intrépida judía convertida al cristianismo, mártir carmelita. A pesar de la mentalidad reinante el culto al cuerpo, yo quiero seguir su ejemplo: primero y sobre todo, el alma. Y en mi alma y mi corazón, la misericordia que quieres ver en tus discípulos. (Sigue tu oración personal).
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo,
pero no pueden matar el alma.