Tiempo Ordinario/21° Salterio 1° Semana. Tomo IV
Viernes 24 Agosto
Santos BARTOLOMÉ ap,
Jorge mj, Juana Antida Thouret vg, Emilia de Vialar vg
Papa Francisco: El encuentro con Jesús es hermoso. Este encuentro nos llena de alegría, de entusiasmo. Pensemos en el encuentro de los primeros discípulos, Andrés y Juan. Cuando el Bautista dijo: «He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo». Y ellos siguieron a Jesús, permanecieron con Él toda la tarde. Luego, al salir, al volver a casa, decían: «Hemos escuchado a un rabino»... ¡No! «¡Hemos encontrado al Mesías!». Estaban entusiasmados. Algunos reían... Pensemos en esa frase: «¿Puede salir algo bueno de Nazaret?». No lo creían. Pero ellos lo habían encontrado. Ese encuentro que transforma; de ese encuentro viene todo. Este es el camino de la santidad cristiana: cada día buscar a Jesús para encontrarlo y cada día dejarse buscar por Jesús y dejarse encontrar por Jesús.
PALABRA:
Felipe encuentra a Natanael y le dice: «Aquel de quien escribieron
Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo
de José, de Nazaret». Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?». Felipe le contestó: «Ven y verás».Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?». Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores».Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».
ORACIÓN:Apocalipsis 21,9b-14; Salmo 144,10-13.17-18 • JUAN 1,45-51
SEÑOR, Natanael, antes de conocerte, emite un prejuicio contra ti y contra Nazaret. Y tú no haces caso de palabras necias, sino que contestas con un elogio: Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño. Es tu estilo misericordioso, que quiero hacer mío: devolver bien por mal. Y prometes, a Bartolomé, y a mí, que veremos cosas mayores: el cielo abierto. Ya en esta vida hay momentos en los que vas dejando migajas de cielo. ¿Cómo será la gran casa del Padre, a la que camino a tu lado, guiado por la fe? (Sigue tu oración personal).