Tiempo Ordinario/21° Salterio 1° Semana. Tomo IV
Domingo 26 Agosto
Santos TERESA DE J. JORNET vg,
Junípero Serra pb,
Melquisedec AT, Juana Isabel vg.
Papa Francisco: En la parábola de las diez vírgenes, el Esposo es el Señor y el tiempo de espera es el tiempo que Él nos da, a todos nosotros, con misericordia y paciencia; antes de su venida final; es un tiempo de vigilancia; tiempo en el que debemos tener encendidas las lámparas de la fe, de la esperanza y de la caridad; tiempo de tener abierto el corazón al bien, a la belleza y a la verdad; tiempo para vivir según Dios, pues no sabemos ni el día ni la hora del retorno de Cristo. Lo que se nos pide es que estemos preparados al encuentro —preparados para un encuentro, un encuentro bello, el encuentro con Jesús—, que significa saber ver los signos de su presencia, tener viva nuestra fe, con la oración, con los Sacramentos, estar vigilantes para no adormecernos, para no olvidarnos de Dios. La vida de los cristianos dormidos es una vida triste, no es una vida feliz. El cristiano debe ser feliz, la alegría de Jesús. ¡No nos durmamos!
PALABRA:
Dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.A medianoche se oyó una voz:"¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!". Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas.Y las necias dijeron a las sensatas:"Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas". Pero las sensatas contestaron:"Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis". Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos". Pero él respondió:"Os lo aseguro: no os conozco" Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».
ORACIÓN:
1Corintios 1,17-25; Salmo 32,1-5.10-11 • MATEO 25,1-13
SEÑOR, no sabemos el día ni la hora de tu venida. Pero sí sé lo que quieres de mí: que sea feliz en esta vida, con la lámpara de la fe encendida, cumpliendo tu Palabra. Y esta felicidad, que aquí convive con el sufrimiento y el cansancio, un día será plena y eterna, ¡Cómo me quieres, Señor, a pesar de mis infidelidades: has venido a salvar a los pecadores, como yo, que confiamos en tu Misericordia! (Sigue tu oración personal).