martes, 11 de septiembre de 2018

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES DÍA 10/09/2018







Tiempo Ordinario/23° Salterio 3° Semana. Tomo IV
Lunes 10 Septiembre






Santos Nicolás de Tolentino pb, Pedro de Mezonzo ob.

Beatos Alfonso Navarrete y co mrs, Francisco Gárate rl.


Papa Francisco: Pensemos en los más pequeños, en los enfermos que ofrecen sus sufrimientos por la Iglesia o por otros, en muchos ancianos que están solos, que rezan y ofrecen. O en madres y padres de familia que llevan adelante con mucho esfuerzo a su familia, la educación de los hijos, el trabajo cotidiano, los problemas... pero lo hacen siempre con la esperanza en Jesús, que no presumen, pero hacen lo que pueden. Son los "santos de la vida cotidiana". Son todos los sacerdotes que no se hacen ver pero que trabajan en sus parroquias con amor: la catequesis a los niños, el cuidado de los ancianos, de los enfermos, la preparación a los recién casados... Todos los días es lo mismo, pero ellos no se aburren porque en su fundamento está la roca. Es Jesús, es esto que da santidad a la Iglesia, es esto que da esperanza. Es la santidad escondida que hay en la Iglesia, cristianos que permanecen en Jesús, y son pecadores porque todos lo somos. Y a veces, alguno de estos cristianos comete un pecado grave, pero se arrepiente, pide perdón y esto es grande: la capacidad de pedir perdón, de no confundir pecado con virtud, saber bien dónde está la virtud y dónde el pecado. Y estos están fundados en la roca y la roca es Cristo. Siguen el camino de Jesús, le siguen a Él.








PALABRA:
Decía Jesús a sus discípulos: «No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por  su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien; y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca. ¿Por qué me llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo? El que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone por obra, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida. El que escucha y no pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y enseguida se derrumbó y quedó hecha una gran ruina».


 ORACIÓN:
1Corintios 10,14-22; Salmo 115,12-13.17-18 • LUCAS 6,43-49
SEÑOR, quiero que mi vida responda a mi oración, mis hechos a mis palabras, mis frutos a la buena semilla que tú sembraste en mi corazón. Lo quiero yo, y tú, rico en  Misericordia, lo quieres y puedes concedérmelo. Sin tu Espíritu, no puedo ser cristiano,
y es lo que más deseo: ¡Mándame tu Espíritu de la Verdad, que me enseñe a orar y a vivir de acuerdo con lo que digo en la oración! (Sigue tu oración personal).















domingo, 9 de septiembre de 2018

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO DÍA 09/09/2018





Tiempo Ordinario/23° Salterio 3° Semana. Tomo IV
Domingo 09 Septiembre 







Santos PEDRO CLAVER pb, María de la Cabeza es,
Ntra. Sra. de Aránzazu


Papa Francisco: ¿Quién soy yo para criticar sobre esto? ¿Quién soy yo, que hice las mismas cosas o peores? El Señor lo dice en el Evangelio: No juzguéis y no seréis juzgador no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará: una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que mediréis se os medirá a vosotros. Esta es la generosidad del corazón que el Señor presenta a través de la imagen de las personas que iban a buscar el trigo y estiraban e1 delantal para recibir de más. En efecto, si tienes el corazón amplio, grande, puedes recibir más. Y un corazón grande no se enreda en la vida de los demás, no condena, sino que perdona y olvida, precisamente como Dios ha olvidado y perdonado mis pecados.





PALABRA:
Dijo Jesús a los discípulos una parábola: «¿Acaso puede un ciego
guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no
es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será
como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano».

ORACIÓN:
1Corintios 9,16-19.22b-27; Salmo 83,3-6.12 • LUCAS 6,39-42
SEÑOR, en los clásicos griegos se lee una fábula que explica muy gráficamente por qué vemos tan bien los defectos ajenos y tan mal los propios. Dicen que Júpiter nos colocó al nacer una albarda sobre los hombros, con dos concavidades: en la parte delantera están los defectos ajenos y las virtudes propias, y en la de la espalda las virtudes ajenas y los defectos propios. Sobresale tu Palabra: "Sácate primero la viga de tu ojo y luego la mota del ojo de tu hermano, sed misericordiosos como lo es vuestro Padre celestial". (Sigue tu oración personal).
















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