viernes, 16 de noviembre de 2018

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL JUEVES DÍA 15/11/2018





Tiempo Ordinario/33° Salterio I Semana. Tomo IV
Jueves 15 Noviembre













Santos ALBERTO MAGNO ob dc,
Marino y Aniano mrs, Leopoldo cf, Roque y Alfonso pbs mrs


Papa Francisco: Zaqueo era uno como tantos dirigentes que conocemos: corruptos. En vez de servir a su pueblo, explotan al pueblo para servirse a sí mismos. En el mundo hay algunos... Y la gente no lo quería. Era una oveja perdida, es despreciado y es un «excomulgado», era un publicano, amigo de los odiados ocupantes romanos, era un ladrón y un explotador. Impedido de acercarse a Jesús, probablemente por motivo de su mala fama, y siendo pequeño de estatura, Zaqueo trepa a un árbol, para poder ver al Maestro. Y Jesús lo llama por su nombre: «Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa». No existe profesión o condición social, no existe pecado o crimen de algún tipo que pueda borrar de la memoria y del corazón de Dios a uno solo de sus hijos. Y yo te digo a ti: si tienes un peso en tu conciencia, si tienes vergüenza por tantas cosas que has cometido, trepa, como hizo Zaqueo, sube al árbol del deseo de ser perdonado; yo te aseguro que no quedarás decepcionado.





PALABRA
Entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Co-
rrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo baja enseguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa». Él bajó enseguida y lo recibió muy contento.A1 ver esto, todos murmuraban, diciendo «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a lo pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más» Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también este el hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

ORACIÓN:
Apocalipsis 3,1-6.14-22; Salmo 14,2-5 • LUCAS 19,1-11
SEÑOR, el relato de Zaqueo me hace pensar que incluso de lo que no nos gusta tú puedes sacar grandes beneficios espirituales para el hombre. Zaqueo, por ser bajo de estatura, se encontró contigo. Siendo pecador, encontró junto a ti la conversión. No soy digno de que entres en mi casa, pero tú viniste a salvar lo que estaba perdido. Aquí tienes mi pobreza: tu misericordia puede hacer con ella maravillas. (Sigue tu oracion personal)

















jueves, 15 de noviembre de 2018

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MIÉRCOLES DÍA 14/11/2018




Tiempo Ordinario/33° Salterio 1° Semana. Tomo IV
Miércoles 14 Noviembre







Santos José Pignatelli pb, Rufo ob, Lorenzo O'Toole ob,
Serapio mr


 Papa Francisco: El pasaje del evangelio del ciego de Jericó representa la "primera clase de personas" que puebla la narración del evangelista Lucas: un hombre que no tenía nada pero que quería la salvación, quería ser curado, y por lo tanto grita más fuerte que el muro de la indiferencia que lo rodea hasta que vence su propósito y consigue llamar a la puerta del corazón de Jesús. Los discípulos pretendían callar al ciego para evitar disturbios y alejar 'al Señor de una periferia'. Esta periferia no podía llegar al Señor, porque este círculo -pero con buena voluntad ¿eh?- cerraba la puerta. Y esto sucede con frecuencia, entre nosotros creyentes: cuando hemos encontrado al Señor, sin que nosotros nos demos cuenta, se crea este microclima eclesiástico. No sólo los sacerdotes, los obispos, también los fieles: Pero nosotros somos esos que están con el Señor. Y de tanto mirar al Señor no miramos la necesidad del Señor: no miramos al Señor que tiene hambre, que tiene sed, que está en prisión, que está en el hospital. Ese Señor, en el marginado. Y este clima hace mucho mal.






PALABRA
Cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron: «Pasa Jesús Nazareno». Entonces
gritó «Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!» .Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!». Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.
Cuando estuvo cerca, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?». Él dijo «Señor, que vea otra vez». Jesús le contestó: «Recobra la vista, tu fe te ha curado». Enseguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.



ORACIÓN:
Apocalipsis 1,1-4;2,1-5a; Salmo 1,1-6 • LUCAS 18,35-43
JESÚS, hijo de David, ten compasión de mil Este sencillo y profundo grito de ayuda no sólo le valió al ciego de Jericó para recobrar la vista. A lo largo de los siglos de cristianismo, millones de veces ha salido del corazón y de los labios de los cristianos para pedirte que tengas compasión en todos los ámbitos de la vida. Ten compasión de mi vida sin sentido ni rumbo, ten compasión de mi matrimonio y de mis hijos, ten compasión de mis compañeros de estudio o de trabajo, ten compasión de quienes no tienen un trabajo digno, ni un salario, ni una casa. Y, sobre todo, al estilo del "Peregrino ruso", como "oración del corazón":
Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí, que soy un pecador. (Sigue tu oración personal).















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