lunes, 7 de enero de 2019

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO DÍA 05/01/2019






Feria de Navidad Oficio propio
Un 3,11-21 / Sal 99 /In 1,43-51
Sábado 05 Enero












Santos
Juan Nepomuceno Neumann; Telesforo;
 Carlos de San Andrés Houben



PALABRA:
Juan 1,43-51:
En aquel tiempo, determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice: «Sígueme». Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encuentra a Natanael y le dice: «Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los Profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret». Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?». Felipe le contestó: «Ven y verás». Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?». Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre».




El tesoro es Jesucristo:
Hoy Felipe nos da una lección cabal al acompañar a Natanael hasta el Maestro. Actúa como el amigo que desea compartir con otro el tesoro recién descubierto. Rápidamente, con ilusión, quiere ofrecerlo a los demás, para que todos puedan recibir sus beneficios. El tesoro es Jesucristo. Nadie como él puede llenar el corazón del hombre de paz y felicidad. De aquí nace el sentido del apostolado cristiano. «Solamente Jesucristo es para nosotros todas las cosas. ¡Dichoso el hombre que espera en él», nos dirá san Ambrosio. Tratar a Jesús, hablar con él como un amigo habla con su amigo, confesarlo con una fe convencida, recibirlo a menudo en la Eucaristía, visitarlo con frecuencia en el Sagrario, escuchar atentamente sus palabras de perdón... Y, enseguida, presentarlo a los demás.


ORACIÓN:
Señor, queremos ser apóstoles, enviados tuyos a la sociedad de nuestro tiempo. Pero antes necesitamos hablar contigo. Solo si te conocemos bien y nos dejamos conocer por Ti, estaremos en condiciones de presentarlo a los demás.

                







CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL VIERNES DÍA 04/01/2019






II de Navidad Oficio propio
Si 24,1-2.8-12/Sal 147 / Ef 1,3-6.15-18 
/Jn 1,1-18
Viernes 04 Enero







Santos
Genoveva Torres Morales; Isabel Ana BavlevSeton:
Ángela de Foligno; Bto. Manuel González García







PALABRA:
Sirácida 24;1-2,8-12
La sabiduría se alaba a sí misma, se gloría en medio de su pueblo, abre la boca en la asamblea del Altísimo y se gloría delante de sus Potestades. En medio de su pueblo será ensalzada, y admirada en la congregación plena de los santos; recibirá alabanzas de la muchedumbre de los escogidos y será bendita entre los benditos. El Creador del universo me ordenó, el Creador estableció mi morada: «Habita en Jacob, sea Israel tu heredad». Desde el principio, antes de los siglos, me creó, y no cesaré jamás. En la santa morada, en su presencia, ofrecí culto y en Sión me establecí; en la ciudad escogida me hizo descansar, en Jerusalén reside mi poder. Eché raíces entre un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad, y resido en la congregación plena de los santos.







Salmo 147:
La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.





Efesios 1,3-6.15-18:
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos-ha destinada en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por eso yo, que he oído hablar de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestro amor a todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mi oración, a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos.

Juan 1,1-18:
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba juntó a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo"». Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en,el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.


ORACIÓN:
La fe cristiana no es adhesión a un dios genérico o indefinido, sino al Dios vivo que en Jesucristo, Verbo hecho carne, ha entrado en nuestra historia y se ha revelado como Redentor del hombre. Abramos de par en par nuestro corazón a su presencia, a sus constantes susurros que nos anuncian y señalan otros senderos de felicidad.
















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