lunes, 14 de enero de 2019

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO DÍA 12/01/2019







I del T.O. 
1ºdel salterio
Heb 2,5-12 / Sal 8 /
Mc 1,21-28
Sábado 12 Enero





Marcos 1,21-28
S. Hilario de
Poitiers, m.l.
Leoncio; Remigio;
Vivencio

PALABRA:
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él». El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen». Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.





La gente se quedó asombrada
Contemplamos a Jesús enseñando en la sinagoga. La gente se quedó asombrada. ¿Por qué? Porque no enseñaba como los letrados, que repetían las «normas» que habían oído de otros letrados anteriores a ellos. Eran, por tanto, meros repetidores. Porque Jesús enseñaba con autoridad: comunicaba su «propia experiencia». Los letrados imponían dogmas y preceptos; Jesús, en cambio, transmitía su propia vida, con libertad y encanto. La admiración de la gente brota de la verdad y de la vida que transmitía el Señor. Junto a sus enseñanzas, el poder de Jesús sobre el mal, que será una constante en su vida. Libera a hombres y mujeres, atacados por espíritus inmundos.


REFLEXIÓN:
Fascina Jesús con su palabra y enardece con sus obras, con su poder liberador. Cristo nos espera siempre para liberarnos de nuestras esclavitudes, para arrojar esos espíritus inmundos que atenazan y esclavizan nuestra vida. Nos espera siempre para curar nuestras heridas.
















CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL VIERNES DÍA 11/01/2019






Después de Epifanía.
2° del salterio
1.1n 4,11-18 / Sal 71 /Mc 6,45-52
Viernes 11 Enero







Higinio; Paulino de Aquilea; Bta. Ana María Janer;
Bto. Francisco Rogaczewski

PALABRA:
Marcos 6,45-52
Después que se saciaron los cinco mil hombres, Jesús en seguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida mientras él despedía a la gente. Y después de despedirse se retiró al monte a orar. Llegada la noche, la barca estaba en mitad del lago y Jesús, solo, en tierra. Viendo el trabajo con que remaban, porque tenían viento contrario, a eso de la madrugada, va hacia ellos andando sobre el lago, e hizo ademán de pasar de largo. Ellos, viéndolo andar sobre el lago, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque al verlo se habían sobrésaltado. Pero él les dirige en seguida la palabra y les dice: «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo». Entró en la barca con ellos, y amainó el viento. Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes, porque eran torpes para entender.




Rezar es una sublime cita con el Amor
La escena es fascinante. Primero, contemplamos a Jesús retirándose solo a rezar; a continuación, le vemos caminando sobre el mar; luego, los discípulos, turbados y espantados; y, enseguida, las palabras del Señor: «¡Ánimo!», que soy yo. ¡No tengáis miedo!». ¡Cuántas lecciones para nuestra vida! Jesús reza a solas en el monte, en silencio y en soledad. Toda su vida es un diálogo constante con el Padre. Y nosotros, ¿cómo rezamos?, ¿qué lugar ocupa la oración en nuestras vidas? Rezar es desear encontrarnos con Dios; orar es una sencilla y sublime cita con el Amor. El gusto de la oración es sabernos criaturas amadas ante el Creador. Orígenes nos dice: «Reza sin parar aquel que une la oración a las obras y las obras a la oración». Hemos de actuar siempre desde el diálogo continuo que Jesús nos ofrece, en el sosiego del espíritu. La oración es el respirar del amor.

ORACIÓN:
Señor, hoy recordamos a san Eulogio de Córdoba, sabio, maestro de sabios y testigo de tu amor. Como él, también nosotros queremos testimoniar nuestra fe en la sociedad de hoy, con palabras y obras que nos broten del corazón. Porque el mundo sigue necesitando más testigos que maestros.












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