2° del salterio 15am 3,3b-10.19
/ Sa139 /1Cor
6,13c-15a.17-20 /
In 1,35-42
Viernes 18 Enero
Santos Hungría;
Librada; Prisca;
Jaime Hilario Rarbal
En aquellos días, Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y él respondió: «Aquí estoy». Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado». Respondió Elí: «No te he llamado; vuelve a acostarte». Samuel volvió a acostarse. Volvió a llamar el Señor a Samuel. Él se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado». Respondió Elí: «No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte». Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor. Por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y él se fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado». Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho, y dijo a Samuel: «Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: "Habla, Señor, que tu siervo te escucha"». Samuel fue y se acostó en su sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes: «¡Samuel, Samuel!». Él respondió: «Habla, que tu siervo te escucha». Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse.
Salmo 39
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
1Corintios 6,13c-15a.17-20:
Hermanos: El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor, para el cuerpo. Dios, con su poder, resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? El que se une al Señor es un espíritu con él. Huid de la fornicación. Cualquier pecado que cometa el hombre queda fuera de su cuerpo. Pero el que fornica peca en su propio cuerpo. ¿O es que no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo? Él habita en vosotros porque lo habéis recibido de Dios. No os poseéis en propiedad, porque os han comprado pagando un precio por vosotros. Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!
Juan 1,35-42:
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Este es el Cordero de Dios». Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?». Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?». Él les dijo: «Venid y lo veréis». Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)». Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro)».
Todos somos buscadores de Dios:
¡Qué claridad en las palabras de Juan el Bautista: «Este es el cordero de Dios»! ¡Qué planteamiento más hermoso en la primera pregunta de Jesucristo: «¿Qué buscáis?». ¡Qué medio más eficaz para transmitir el Evangelio: «Venid y lo veréis»! Así comienza la singladura de todo apostolado. Alguien que nos habla de Dios; alguien que busca la felicidad; alguien que nos invita a comprobar, en vivencias directas, cuáles son sus caminos. El único medio eficaz para transmitir el Evangelio es el que puso en práctica Jesús: la «ejemplaridad» de la propia vida. No son las ideas sino los latidos, no es solo la doctrina sino el testimonio, lo que transformará nuestras vidas. Hablamos con frecuencia de la crisis de vocaciones, pero acaso, ¿no sería mejor hablar de la crisis de evangelizadores, de pastores auténticos?
Oración en favor del inmigrante:
Señor, te pedimos hoy por los emigrantes, por esa caravana inmensa de gente que tiene que abandonar su casa, su familia, su país, en busca de pan, de trabajo, de medios indispensables para vivir. Ayuda, protege, alienta y conforta a nuestros emigrantes.