3a del salterio
Jon 3,1-5 10 / Sal 24
1Cor 7,29-31 / Mc
1, 14-20 (o bien He
22,3-16 /Sal16 /
Mc 16,15-18
Viernes 25 Enero
Conversión de san Pablo;
Ananías Donato;
Bto. Enrique Suso;
Bto Antonio SWiadek
Jon 3,1-5 10
En aquello días, vino la palabra del Señor sobre Jonás: «Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo». Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla. Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando: «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!». Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de saco, grandes y pequeños. Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó.
Salmo 24
Señor, enséñame tus caminos.
1Corintios 7,29-31
Digo esto, hermanos: que el momento es apremiante. Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina.
Marcos 1,14-20
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio». Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús les dijo: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.
Los tres perfiles de la fe
Hoy nos encontramos con el primer sermón que pronunció Jesucristo: «convertíos y creed en el Evangelio». ¡Qué breve, qué sencillo, qué hermoso! Podemos reflexionar un instante sobre los tres perfiles de la fe: primero, la fe-asentimiento de la inteligencia; segundo, la fe-confianza que anida en el corazón; tercero, la fe-apropiación, conforme a las palabras de san Bernardo, cuando decía: «Yo, lo que me falta lo usurpo del corazón de Cristo». La conversión no es un «regreso» —volver atrás y cambiar de vida—, sino un «progreso», dar un salto hacia delante y entrar en el reino. Es un «golpe de audacia», un «girar hacia Dios», respondiendo a su llamada. Cristo no comienza predicando el deber sino el don; no comienza con la ley sino con la gracia.
El evangelio nos mete prisa: el momento es apremiante. Hay que responder ya, ahora, con generosidad, con radicalidad. Hoy sigue resonando la voz de Jesús: escuchémosla.