III del TO.
3° del salterio
Tener 11.1-2.8-19 /
Sal Lc 1,69-75/
Mc 4,35-41
Jueves 31 Enero
S. Juan Bosco,
MO
Francisco Javier
Bianchi; Geminiano;
Bta. María Cristina
de Saboya
Marcos 4,35-41
Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla». Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?». Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: «¡Silencio, cállate!». El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: «¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?». Se quedaron espantados y se decían unos a otros: «Pero, ¿quién es este? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!».
La fe calmará tempestades
El relato nos plantea una situación límite: la tempestad, las olas que amenazan, la barca que zozobra. Y el miedo de los discípulos. Los mensajes son preciosos: primero, navegamos todos en el tempestuoso mar de la historia; segundo, llegan momentos difíciles y delicados, huracanes inesperados; tercero, la clave está en la fe, porque la falta de fe desemboca en miedos insuperables. Jesús va a actuar, va a calmar la tempestad, pero va a ofrecernos una de las lecciones esenciales del cristianismo: hemos de poner en él nuestras vidas, con total seguridad. Hay que desechar los miedos, que abundan cuando median otros intereses. No pasa nada. Nos fiamos del Señor. Y una decisión personal: «si hay que aguantar la tempestad, siempre junto a Jesús, fiándonos de su palabra, confiando en su poder».
Señor, calma mis tempestades personales, que son muchas y llegando a mi pequeño mar y a mi pobre barca. Contigo, es imposible el hundimiento. Solo hace falta que ponga a punto mi fe. Hoy, el testimonio de san Juan Bosco nos anima a entregarnos a los demás.