jueves, 7 de febrero de 2019

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL VIERNES DÍA 01/02/2019





4º del salterio
Dt 18,15- 20 / Sal 94 
/1Cor 7,32-35 /Mc 
1,21-28
Viernes 01 Febrero






Cecino; Brígida de
Kildare; Bto. Andrés

Carlos Ferrari

PALABRA:
Deuternriomio 1815.20 
Moisés habló al pueblo, diciendo: «Un profeta, de entre los tuyos, de entre tus hermanos, como yo, te suscitará el Señor, tu Dios. A él lo escucharéis. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb, el día de la asamblea: "No quiero volver a escuchar la voz del Señor, mi Dios, ni quiero ver más ese terrible incendio; no quiero morir". El Señor me respondió: "Tienen razón; suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca, y les dirá lo que yo le mande. A quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas. Y el profeta que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en nombre de dioses extranjeros, ese profeta morirá"».





Salmo 94
Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».







1 Corintios 7,,32-35
Hermanos: Quiero que os ahorréis preocupaciones: el soltero se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido. Lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su marido. Os digo todo esto para vuestro bien, no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones.

Marcos 1,21-28
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él». El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen». Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

La sensibilidad, destello de la autoridad
La escena nos ofrece el contraste de las luces y las sombras: la sombra de los demonios, para explicar las enfermedades y las desgracias; aquel hombre aprisionado por el dolor, por el espíritu inmundo. Y la luz de Cristo que enseña en la sinagoga, no como los letrados, sino con autoridad. La autoridad se asocia en los evangelios a la capacidad de expulsar demonios o, con otras palabras, a la «capacidad» para aliviar el sufrimiento, las penas y las humillaciones. Jesucristo enseña y actúa: junto a su palabra, su poder de liberarnos de las fuerzas del mal. ¡Qué hermosa vertiente se nos ofrece de la autoridad: ser sensibles a los problemas de los hermanos, captar su situación, su deterioro, el mal que les aflige, e intentar ponerle remedio! Con otras palabras: es fascinante la «autoridad» del servicio y de la liberación.


¡Señor, líbranos de los espíritus inmundos, de los males que nos aquejan, de las enfermedades que, muchas veces, sin saberlo, van minando y derrotando nuestro caminar! ¡Tú nos conoces y sabes perfectamente cuáles son!















CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL JUEVES DÍA 31/01/2019





III del TO.
3° del salterio
Tener 11.1-2.8-19 /
Sal Lc 1,69-75/
Mc 4,35-41
Jueves 31 Enero





S. Juan Bosco,
MO
Francisco Javier 
Bianchi; Geminiano; 
Bta. María Cristina
de Saboya



PALABRA
Marcos 4,35-41
Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla». Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?». Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: «¡Silencio, cállate!». El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: «¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?». Se quedaron espantados y se decían unos a otros: «Pero, ¿quién es este? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!».







La fe calmará tempestades
El relato nos plantea una situación límite: la tempestad, las olas que amenazan, la barca que zozobra. Y el miedo de los discípulos. Los mensajes son preciosos: primero, navegamos todos en el tempestuoso mar de la historia; segundo, llegan momentos difíciles y delicados, huracanes inesperados; tercero, la clave está en la fe, porque la falta de fe desemboca en miedos insuperables. Jesús va a actuar, va a calmar la tempestad, pero va a ofrecernos una de las lecciones esenciales del cristianismo: hemos de poner en él nuestras vidas, con total seguridad. Hay que desechar los miedos, que abundan cuando median otros intereses. No pasa nada. Nos fiamos del Señor. Y una decisión personal: «si hay que aguantar la tempestad, siempre junto a Jesús, fiándonos de su palabra, confiando en su poder».



Señor, calma mis tempestades personales, que son muchas y llegando a mi pequeño mar y a mi pobre barca. Contigo, es imposible el hundimiento. Solo hace falta que ponga a punto mi fe. Hoy, el testimonio de san Juan Bosco nos anima a entregarnos a los demás.  





          














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