miércoles, 13 de febrero de 2019

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MIÉRCOLES DÍA 06/02/2019





IV del T0
4° del salterio
Heb 13,1-8 /Sal 26 /
Mc 6,14-29
Miércoles 06 Febrero






S. Pablo Miki y 
comp., m.o. 
Amando; Dorotea; 
Mateo Correa 
Magallanes


PALABRA:
Marcos 6,14-29
En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó hablar de él. Unos decían: «Juan Bautista ha resucitado, y por eso los poderes actúan en él». Otros decían: «Es Elías». Otros: «Es un profeta como los antiguos». Herodes, al oírlo, decía: «Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado». Es que Herodes había mandado prender a Juan - y lo había metido en la cárcel, encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano. Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto. La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven: «Pídeme lo que quieras, que te lo doy». Y le juró: «Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino». Ella salió a preguntarle a su madre: «¿Qué le pido?». La madre le contestó: «La cabeza de Juan, el Bautista». Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: «Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista». El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. Enseguida le mandó a un verdugo que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre. Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.




Señor, haznos libres, honestos, honrados, para realizar nuestra misión, la que encomiendas a cada uno, acorde con el guión de vida que nos trazas. Y haznos, sobre todo, valientes para encarar problemas y dificultades.



















CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MARTES DÍA 05/02/2019





IV del T.O.
4° del salterio
Heb 12,18-19.21-24
/ Sal 47 / Mc 6,7-13
Martes 05 Febrero





Sta. Águeda, m.o. 
Avito de Vienne;
Jesús Méndez; Bta.
Isabel Canon Mora

PALABRA:
Marcos 6,7-13
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa». Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.


La misión de los Doce
¡Qué hermosa misión la de los apóstoles! He aquí sus bellas pinceladas: primera, Jesús los envía de dos en dos, quizás porque se requiere el testimonio de dos personas para realizar una prueba legal. Segunda, los envía para «expulsar demonios», para liberar a la gente de las fuerzas del mal que causan tantos sufrimientos. Tercera, los envía perfilando sus siluetas como «testigos de lo que proclaman», para que sean ejemplo de sencillez, de desprendimiento: sin pan, sin alforjas, sin dinero. O lo que es lo mismo, a la intemperie, expuestos al riesgo de mil dificultades. Tres hermosas características para la vida de un cristiano: no se trata de «imponer la verdad», sino de «curar» primero las heridas; ser ejemplares en nuestra conducta; mantener la unidad de acción fraternal. Así de sencillo.



Señor, haznos apóstoles a la medida de tu corazón. Que nuestras siluetas transmitan el aroma de la fe, la fuerza del testimonio, el bálsamo de la caridad. Somos enviados tuyos al corazón de nuestros hermanos.
















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