lunes, 24 de julio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO 23/07/2017






Domingo 23 Julio
Oficio de la t
Gal 2,19-22 /Sal 33
/ In 15,1-8







Sta. Brigida de
Suecia, f.
Bernardo, Gracia
y María de Alcira;
Juan Casiano; Juana
de Orvieto; Bta.
Margarita Mª Lopez

PALABRA:
Juan 15,1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mio que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que de mas fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mi, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por si, si no permanece en la \vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mi. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mi y yo en el, ese da fruto abundante; porque sin mi no podéis hacer nada. Al que no permanece en mi lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mi, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».


El cristianismo es fruto
Jesús nos habla del «fruto» que han de ofrecer sus discípulos y establece como condición primordial la «unión con El», al igual que el sarmiento ha de estar unido a la vid para que broten los racimos. Tres mensajes urgentes para nuestra vida: primero, Jesús da una gran importancia al «fruto», hasta el punto de que si no hay «fruto» no hay cristianismo; segundo, se nos invita a «permanecer en El» y, por tanto, a un trato de amistad, de relación íntima e intensa; tercero, los frutos del reino son claros: la verdad, el amor, la justicia, la libertad, la armonía, la paz... Para dar «fruto» se nos exige entrega, tanto como al grano de trigo que cae en tierra, que ha de fracasar y morir en la besana, para que pueda brotar después la espiga.



Visitar, conversar, convidar, es una manera eficacísima de evangelizar, la cordialidad es un verdadero sacramento. Por eso, el primero de nuestros frutos sera el acompañamiento de cuantos sufren y necesitan cobijo, alimento y medicinas.


               





domingo, 23 de julio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO 22/07/2017

Sábado 22 Julio
XVI del T.O.
4ºdel salterio
Ex 16,7-5. 9-15 / 
Sal 77 / Mt 13,1-9 
(o bien: Cant 3,1-4a 
/Sal 62/ Jn 20,
1.11-18)



Sta. Maria
Magdalena, m.o. 
Cirilo de Antioguia; 
PlatOn; TeOfilo

PALABRA:
Mateo 13,1-9
Aquel día, salio Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió tanta gente a el que tuvo que subirse a una barca; se sentó y la gente se quedo de pie en la orilla. Les hablo mucho rato en parábolas: «Salio el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenían tierra; y como la tierra no era profunda, broto en seguida; pero, en cuanto salio el sol, se abraso y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayo en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga».


Atentos a .nuestro corazón!
La semilla esta ahi, en la mano del sembrador, que la arroja con fuerza y con ilusión a la besana de nuestros corazones. Jesús nos va señalando en Ia parábola las distintas clases de tierra, las distintas situaciones para acoger la semilla: el borde del camino, donde la semilla se pierde; el terreno pedregoso, sin profundidad alguna, donde Ia semilla no puede apenas brotar; el terreno Ileno de zarzas y de malas hierbas que no dejan crecer Ia semilla. Y, al fin, Ia tierra buena, la que produce abundantes frutos. iCómo «fabricar» esa tierra buena? Abriéndonos con ilusión y esperanza a Ia Ilegada de la semilla, confiando en su fuerza transformadora. Acoger y cuidar, valorar y confiar. Son aptitudes básicas de una buena tierra que recibe la mejor semilla.


Señor, yo quiero ser esa tierra buena que acoge tu semilla, que escucha tu palabra, que se abre al riego de tu gracia y de tus dones; quiero ser besana confiada, para poder así saborear el fruto de una buena cosecha.



                














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