viernes, 22 de septiembre de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL VIERNES 22/09/2017




Viernes 22 Septiembre
XXV del TO.
1º del salterio
Esd 6,7-8.126.14-20
/Sal 121 / Lc
8,19-21






Mauricio; Félix 
IV; Bto. Francisco
de Posadas; Bto.
Dionisio Pamplona
y comp.




PALABRA:
Lucas 8,19-21
En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus herManos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él. Entonces lo avisaron: «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte». Él les contestó: «Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra».




La familia de Dios
Jesús nos descubre una nueva familia: la familia de los hijos de Dios. La familia que tiene su fundamento en el Espíritu de Dios. Jesús ha venido a fundar una comunidad de hermanos en el Espíritu y en la Palabra de Dios. En esta comunidad, el parentesco natural con Jesús no cuenta. Y proclama, por encima de esos lazos naturales, los lazos que nos unen con Dios y unen a los hermanos entre sí. «¿Quiénes son los que realmente están unidos a mí y me pertenecen? Los que escuchan mis palabras y las cumplen, los que aman con obras, los que llevan su amor a los hermanos». Jesús nos plantea esa gran familia que será su Iglesia: habrá que dejar la familia natural muchas veces, para entregar la vida a Él y al servicio de su Iglesia.




La Iglesia peregrinante es misionera por naturaleza, puesto que toma su origen de la misión del Hijo y del Espíritu Santo, según el designio de Dios Padre. La misión universal de la Iglesia nace de la fe en Jesucristo. Solo en la fe se comprende y se fundamenta la misión.






               





CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL JUEVES 21/09/2017



Jueves 21 Septiembre
Oficio de la f.
Ef 4,1-711-13 /Sal 
18 / Mt 9,9-13









S. Mateo, f.
Jonás Ifigenía:
Isacio; Melecio



PALABRA:
Mateo 9,9-1
En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre lla mado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió. Y, estan do en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesú y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?». Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».


La figura fascinante de Mateo
La figura de Mateo nos resulta siempre fascinante: ahí lo tenemos, sentado en el mostrador de los impuestos, y perteneciente a una clase social «mal vista», con no muy «buena imagen». Pero abre de par en par su vida a la llamada del Maestro: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió. Así de radical, así de tajante, así de fácil. Está claro que la verdadera «imagen» que Jesús busca es la de la «conversión», la de la «transformación de los corazones», la de «hacernos mejores». No valen otras componendas. Mateo nos enseña a responder a las propuestas de Jesús: con generosidad, apostando por Él, siguiendo su voz y sus pasos. No resulta fácil en esta hora ser fieles a la vocación, responder con fidelidad a las llamadas del Señor. Al fin, Mateo se convirtió en «buena gente».



Señor, qué distinta es nuestra forma de pensar y de actuar. Para nosotros, la «buena imagen» se centra en el ropaje externo, en los puestos de las escalas sociales, en lo que tenemos y aparentamos. Sin embargo, para Ti, Señor, la «buena imagen» va por dentro y consiste, sobre todo, en abrirnos a tu Palabra, en responder a tus llamadas, generosamente, sacrificadamente.





             




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