lunes, 27 de julio de 2015

LA ADOLESCENCIA COMO PREPARARLOS PARA LA EDAD ADULTA?






IMAGINESE que ha volado de una isla tropical al círculo ártico y que al salir del avión lo recibe de golpe el frío polar. ¿Podrá adaptarse al nuevo clima? Seguro, aunque primero tendrá que realizar algunos cambios.
Algo similar ocurre cuando los hijos entran en la adolescencia: de la noche a la mañana, el clima cambia por completo. El niño que ayer no quería despegársele ni un momento hoy prefiere estar con sus amigos. La niña que antes no veía la hora de contarle lo sucedido en la escuela ahora apenas responde con monosílabos.
¿Cómo te fue hoy? —pregunta usted.
Bien —contesta ella.
Silencio...
—¿En qué piensas? —vuelve a intentar.
En nada —responde ella.
Más silencio...
¿Qué ha pasado? El libro Breaking the Code (Descifre el código) comenta: "[No hace mucho] usted podía participar en la vida de sus hijos como si estuviera con ellos detrás del escenario. Ahora, con suerte, le tocará hacer de espectador, y es probable que ni siquiera consiga un buen asiento".
¿Debe resignarse a ese frío distanciamiento? De ningún modo. Usted puede mantenerse cerca de sus hijos durante toda la adolescencia. Claro, primero debe comprender qué
ocurre en esta fascinante —aunque a veces turbulenta— etapa de la vida.



El puente entre la niñez y la edad adulta
Antes, los investigadores sostenían que el cerebro de un niño ya estaba casi terminado de formar a los cinco años. Ahora creen que, si bien después de esa edad varía muy poco su tamaño, no se puede decir lo mismo de su funcionamiento. En la pubertad da comienzo una auténtica revolución hormonal que transforma la manera de pensar de los muchachos. Por ejemplo, un niño suele ver la vida en términos concretos, y para él las cosas son o blancas o negras. Un adolescente, en cambio, tiende a pensar de forma abstracta, a percibir los grises y a analizar lo que hay detrás de un asunto
 (1 Corintios 13:11). Comienza a tener convicciones y no tiene reparos en expresarlas.
Paolo, de Italia, ha notado ese cambio en su hijo adolescente. "Cuando veo a mi hijo —comenta él—, siento que ya no tengo un niño frente a mí, sino un hombrecito. Y no es solo por el físico. Lo que más me asombra es su forma de pensar. No le da miedo expresar y defender sus opiniones."
¿Ha observado usted algo parecido en su hijo? Tal vez de pequeño, él seguía instrucciones sin protestar; le bastaba con un "porque lo digo yo". Pero ahora que es adolescente, exige razones y quizás hasta cuestione los valores que rigen a la familia. A veces, la seguridad con que se expresa puede confundirse con rebeldía.
No concluya que su hijo está empeñado en desafiar los valores que usted ha establecido. A lo mejor solo le está costando hacerlos suyos, encontrarles acomodo en su vida. Para ilustrarlo, imagínese que usted se está mudando. ¿Cree que será fácil encontrar un espacio en la nueva casa para todos sus muebles? Probablemente no. Lo que sí está claro es que no va a tirar ningún objeto que considere valioso.
Su hijo enfrenta una situación semejante ahora que se está preparando para el momento en que "dejará a su padre y a su madre" (Génesis 2:24). Es verdad que el día de la partida se ve lejano; al fin y al cabo, todavía no es adulto. Sin embargo, en cierto sentido ya está empacando; está usando la adolescencia para examinar los valores con los que ha sido criado y decidir cuáles conservará cuando llegue a la adultez.*
La sola idea de que su hijo tome esas decisiones podría ponerle los pelos de punta. Aun así, es importante reconocer este hecho: cuando entre en la vida adulta, solo conservará los principios que él considere valiosos. Por eso, ahora —mientras todavía vive en casa—es el momento para que investigue a fondo los valores que lo guiarán en su vida (Hechos 17:11).




 * Una obra de consulta señala atinadamente que la adolesencia es "un largo adiós".
En realidad, eso es lo mejor que podría hacer. Después de todo, si acepta sin chistar las normas que usted impone en casa, es probable que más adelante haga lo mismo con las ideas de los demás (Éxodo 23:2). La Biblia dice que un muchacho así de ingenuo fácilmente podría ser seducido, pues es "falto de corazón", o sea, carece, entre otras cosas, de buen juicio (Proverbios 7:7). Los jóvenes sin convicciones terminan siendo zarandeados "por [las] olas y [siendo] llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza por medio de las tretas de los hombres" (Efesios 4:14).
¿Cómo evitar que eso le pase a su hijo? Procurando que cuente con estos tres elementos:



1 CAPACIDAD PARA PENSAR
El apóstol Pablo escribió que las "personas maduras [...] tienen sus facultades perceptivas entrenadas para distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto" (Hebreos 5:14). "Pero yo ya le enseñé hace años a mi hijo lo que es bueno y lo que es malo", dirá usted. Muy bien; de seguro esa educación le fue útil en su momento y lo preparó para la siguiente etapa de su vida (2 Timoteo 3:14). Sin embargo, Pablo indicó que las facultades perceptivas deben ser entrenadas. Aunque un niño sepa qué es correcto y qué no, de adolescente debe desarrollar plenamente sus "facultades de entendimiento", comprender el porqué de las cosas (1 Corintios 14:20; Proverbios 1:4; 2:11). Usted no quiere que su hijo obedezca ciegamente, sino que sepa razonar (Romanos 12: 1, 2). 




¿Qué puede hacer para ayudarlo?
Una manera es dejar que se exprese. No lo interrumpa ni saque las cosas de proporción, aunque diga algo que usted preferiría no escuchar. La Biblia aconseja: "Todo hombre tiene que ser presto en cuanto a oír, lento en cuanto a hablar, lento en cuanto a ira" (Santiago 1:19; Proverbios 18:13). Recuerde que "de la abundancia del corazón habla la boca", como dijo Jesús (Mateo 12:34). Si escucha a su hijo, descubrirá sus verdaderas inquietudes.
Cuando sea su turno de hablar, haga preguntas, no afirmaciones tajantes. A veces, Jesús hacía preguntas del tipo "¿Qué les parece?" para averiguar qué pensaban sus discípulos e incluso sus tercos enemigos (Mateo 21:23, 28). Intente algo parecido con su hijo, aunque él tenga una opinión contraria a la suya. Veamos la siguiente situación:
Si su hijo dice: "No estoy seguro de que Dios exista".
No responda: "¡Claro que estás seguro! Eso es lo que te hemos enseñado siempre".
Mejor intente algo como: "¿Qué te ha hecho dudar?".
¿Por qué hay que dejar que el muchacho se exprese? Porque una cosa es oír lo que dice y otra muy distinta saber lo que piensa (Proverbios 20:5). Tal vez el problema tenga que ver más con las normas bíblicas que con la existencia de Dios.
Por ejemplo, si a un joven lo están presionando para que pase por alto las leyes morales de Dios, podría parecerle menos grave ceder si deja de pensar en él (Salmo 14:1). "Si Dios no existe —quizás razone—, no tengo por qué seguir las reglas de la Biblia."
¿Le está pasando algo así a su hijo? Entonces, pudiera ser necesario hacerlo reflexionar sobre los beneficios de cumplir las normas de Dios. ¿Ve él esos beneficios? (Isaías 48:17, 18.) En tal caso, muéstrele que su bienestar es algo por lo que vale la pena luchar (Gálatas 5:1).
Si su hijo dice: "Esta podrá ser tu religión, pero no tiene por qué ser la mía".
No responda: "Es nuestra religión. Tú eres nuestro hijo y vas a creer lo que nosotros te enseñemos".
Mejor intente algo como: "Esa afirmación es muy categórica. Pero piensa: si vas a rechazar mis creencias, con algo tendrás que sustituirlas. ¿Con qué? ¿Cuáles son las reglas de conducta que tú consideras razonables?".
¿Por qué hay que dejar que el muchacho se exprese? Porque razonar con él puede moverlo a cuestionarse sus opiniones. Tal vez él mismo se sorprenda al darse cuenta de que en realidad sus creencias son las mismas que las de usted y que el problema es totalmente distinto.
Por ejemplo, puede ser que no sepa cómo explicar sus creencias (Colosenses 4:6; 1 Pedro 3:15). 0 que le guste alguien que no comparte su fe. Sea lo que sea, identifique la raíz del problema y ayúdelo a hacer lo mismo. Cuanto más utilice él su capacidad de razonar, mejor preparado estará para ser adulto.



2 LA GUÍA DE UN ADULTO
Hay culturas en las que apenas se percibe, si acaso, "la tempestad y la tensión" que según algunos psicólogos es natural durante la adolescencia. Los investigadores han descubierto que esto se debe a que, en tales culturas, los jóvenes se integran desde temprano en la vida de los adultos. Trabajan con adultos, participan en actividades sociales con adultos y reciben responsabilidades propias de adultos. No existen expresiones como cultura joven o delincuencia juvenil; ni siquiera adolescencia.
En cambio, piense en lo que tienen que pasar los jóvenes de muchas otras culturas: asisten a escuelas atestadas donde su única compañía es, básicamente, la de otros jóvenes. Luego llegan a casa y la encuentran vacía, pues sus padres están trabajando. Además, sus parientes viven lejos. ¿Quién les queda? Sus compañeros de escuela.* ¿Percibe el peligro? Y no crea que hace falta caer entre malos amigos para meterse en problemas. Las investigaciones han demostrado que incluso jóvenes ejemplares tienden a actuar irresponsablemente cuando no hay adultos cerca.
Una sociedad que no segregaba a los jóvenes era la del antiguo Israel.' Por citar un caso, la Biblia habla de Uzías, quien fue coronado rey de Judá siendo un adolescente. ¿Cómo logró cumplir con tan pesado deber? En parte, gracias a la influencia de un adulto llamado Zacarías. La Biblia dice que él  lo "instruía en el temor del Dios verdadero" (2 Crónicas 26:5).
¿Tiene su hijo adolescente uno o más mentores adultos que compartan los valores de usted? No se ponga celoso; ellos son una influencia positiva para él. Un proverbio bíblico reza así: "El que está andando con personas sabias se hará sabio" (Proverbios 13:20).

* La industria del entretenimiento ha sabido sacar provecho de la inclinación de los adolescentes a estar con sus iguales y ha perpetuado la idea de que los jóvenes tienen su propio mundo, un mundo que los adultos no comprenden y al que no pueden entrar.
# El término adolescente no tiene equivalente exacto en la Biblia. Por lo visto, tanto en Israel como en la congregación cristiana los jóvenes se integraban en la vida adulta a una edad enor de la que es común hoy día en muchas culturas. 




3 EL SENTIDO DE RESPONSABILIDAD
En algunos países está prohibido que los jóvenes trabajen más de cierta cantidad de horas a la semana y que desempeñen determinados trabajos. La idea es protegerlos de las condiciones laborales peligrosas, una de las consecuencias de la revolución industrial de los siglos xviii y xix. 
Las tareas productivas preparan a los adolescentes para ser adultos responsables
Aunque las leyes sobre trabajo infantil protegen a muchos jóvenes de peligros y abusos, algunos especialistas afirman que también les impiden adquirir un sentido de responsabilidad. Según el libro Escaping the Endless Adolescence (Cómo escapar de la eterna
adolescencia), el resultado ha sido que muchos adolescentes de hoy manifiestan una "actitud arrogante y exigente; es casi como si sintieran que merecen tenerlo todo sin hacer nada". Los autores señalan que esa actitud es "la respuesta natural a un mundo que está mucho más orientado a entretenerlos que a esperar algo de ellos".














"NO HUBIERA PODIDO PEDIR MEJORES PADRES"
Con sus palabras y ejemplo, los padres Saben bien que al llegar a la mayoría de edad, cada uno de ellos tendrá que decidir qué valores seguirá en su vida.
Aislyn, de 18 años, decidió conservar los valores con los que fue criada. "Para mí —menciona—, la religión no es algo de una vez a la semana; es mi vida. Afecta todo lo que hago y cada decisión que tomo: desde los amigos que tengo hasta las clases que elijo y los libros que leo."
Ella agradece muchísimo la crianza que recibió de sus padres cristianos. Dice: "No hubiera podido pedir mejores padres. Me siento muy afortunada de que hayan infundido en mí el deseo de ser siempre  una fuerza guiadora para mí mientras yo viva".
En agudo contraste, la Biblia habla de jóvenes que asumieron importantes responsabilidades. Veamos el ejemplo de Timoteo, quien al parecer era adolescente cuando conoció al apóstol Pablo, un hombre que ejerció una influencia decisiva en él. En cierta ocasión, Pablo le dio este consejo: "[Aviva] cual fuego el don de Dios que está en ti"; en otras palabras: "Pon todo tu corazón en la obra que se te ha encomendado" (2 Timoteo 1:6). El joven se marchó de casa con alrededor de 20 años y viajó junto al apóstol, ayudándolo a formar congregaciones y fortalecer a los hermanos. Al cabo de unos diez años juntos, Pablo pudo decir lo siguiente a los cristianos de Filipos: "No tengo a ningún otro de disposición como la de él, que genuinamente cuide de las cosas que tienen que ver con ustedes" (Filipenses 2:20).
Con frecuencia, los adolescentes desean asumir obligaciones, sobre todo si sienten que pueden aportar algo a los demás. Esto no solo los prepara para ser adultos responsables en el futuro, sino que les permite dar lo mejor de sí en el presente.
La adaptación al nuevo clima
Como mencionamos al inicio de este artículo, el "clima" ha cambiado ahora que su hijo es adolescente. Pero tenga la seguridad de que logrará adaptarse, tal como lo hizo en las etapas anteriores.
Vea la adolescencia de su hijo como una oportunidad para 1) ayudarlo a desarrollar su capacidad para pensar, 2) ofrecerle la guía de un adulto y 3) infundir en él un sentido de responsabilidad. Si aprovecha la oportunidad, preparará bien a su hijo para la vida adulta.




HABLAN LOS PADRES
La adolescencia presenta retos completamente nuevos para muchos padres. Pero debe saber que esta etapa es tan confusa para su hijo como lo es para usted. ¿Qué puede hacer para ayudarlo a salir airoso de ella? Lea lo que han expresado algunos padres de diferentes partes del mundo.

LA COMUNICACIÓN
"A veces, mi hija levanta una muralla defensiva o piensa que me la paso criticándola. Entonces tengo que recordarle que la quiero, que estamos en el mismo equipo y que soy su fan número uno." (Lisa, Estados Unidos.)
"De pequeños, mis hijos me lo contaban todo. Era muy fácil hacer que se expresaran. Ahora tengo que ser más comprensiva y mostrarles que respeto su individualidad. Solo así consigo que me abran su corazón." (Nan-hi, Corea.)
"No basta con prohibirle algo a un adolescente. Hay que razonar con él y tratar de llegar a su corazón conversando. Pero para
lograrlo, uno debe estar dispuesto a escuchar lo que él tiene que decir, incluso si es algo que uno preferiría no escuchar." (Dalila, Brasil.)
"Cuando tengo que llamarle la atención a mi hija, trato de que sea en privado, no delante de los demás." (Edna, Nigeria.)
"A veces, cuando mi hijo y yo estamos platicando, me empiezo a distraer con quehaceres de la casa y no le doy toda mi atención. Sé que él se da cuenta y pienso que es en parte por eso que no habla mucho conmigo. Necesito hacerle más caso cuando me habla para que no deje de expresarse." (Míriam, México.)

LOS CAMBIOS
"De niño, mi hijo aceptaba sin quejarse todos mis consejos: pero cuando se hizo adolescente, empezó a cuestionar mi autoridad. No solo discutía lo que le decía, sino también mi manera de decírselo." (Frank, Canadá.)
"Mi hijo ya no habla tanto como antes. Ahora tengo que preguntarle qué piensa en vez de esperar que venga y me lo cuente. Además, la respuesta no sale de inmediato; llega, pero tarda en llegar." (Francis, Australia.)
 "La paciencia es primordial. Aunque hay veces que uno quisiera gritarles a los hijos, siempre es mejor calmarse y conversar con ellos." (Felicia, Estados Unidos.)
Los padres pueden conceder cierto grado de independencia a sus hijos, pero también deben fijar límites razonables
LA INDEPENDENCIA
"Siempre me había dado miedo darles más independencia a mis hijos, y he de reconocer que eso ha sido una fuente de conflictos. Así que decidí hablar francamente del tema con ellos. Les expliqué cuáles eran mis temores, y ellos me dijeron por qué querían más libertad. Al final logramos acordar que ellos la obtendrían, pero con límites razonables." (Edwin, Ghana.)
"Mi hijo quería una moto. Me pareció tan descabellada la idea que me puse a regañarlo y a señalarle todos los peligros sin permitirle siquiera explicarse. Pero lo único que logré fue que se enojara y se empeñara más en conseguirla. Así que intenté una estrategia distinta. Le pedí que analizara el asunto desde todos los ángulos: los riesgos, el costo, los requisitos para obtener y conservar una licencia... También le dije que hablara con algunos cristianos maduros de la congregación. Me di cuenta de que si quería llegar a su corazón, no podía ser intransigente, sino que debía animarlo a expresar abiertamente sus deseos." (Hye-young, Corea.)
"Les pusimos límites a nuestros hijos, pero también empezamos a concederles mayor libertad. Cuanto mejor la usaban, más recibían. Les ofrecimos muchas oportunidades para ganársela y les aclaramos que nuestro deseo era que la obtuvieran. Eso sí, cuando abusaban de nuestra confianza, no los dejábamos salirse con la suya." (Dorothée, Francia.)
"Aunque nunca rebajé mis normas, les hacía concesiones a mis hijos cuando se portaban bien; por ejemplo, a veces los dejaba llegar a casa más tarde de lo habitual. Ahora, si llegaban tarde sin permiso en más de una ocasión, tenían que pagar las consecuencias." (II-hyun, Corea.)
"Mientras más responsable y cumplidor es un empleado, más consideraciones tiene con él su jefe. Del mismo modo, mi hijo sabe que mientras más obediente y responsable sea, más independencia irá obteniendo. Pero también sabe que así como un empleado es sancionado por no cumplir con sus obligaciones, él puede perder lo que ha ganado si no actúa responsablemente." (Ramón, México.)

"Ser padre de un adolescente
es una magnífica experiencia"

Joseph: Mis dos hijas mayores son adolescentes. Para mí es muy importante escucharlas y reconocer que tienen su propio punto de vista. Algo que me ayuda a mantener abiertas las líneas de comunicación es aceptar con humildad mis fallos y hablarles con respeto. En resumidas cuentas, yo diría que ser padre de un adolescente es una magnífica experiencia gracias a la guía de la Biblia, la Palabra de Dios.
Lisa: Noté que cuando nuestra hija mayor llegó a la adolescencia comenzó a necesitar aún más de mi atención. Recuerdo que pasaba mucho tiempo escuchándola, hablan dole y tranquilizándola. Mi esposo y yo les hemos dicho a las niñas que pueden expresarse libremente y que respetaremos sus sentimientos. Siempre intento seguir el consejo de Santiago 1:19 de ser "presto en cuanto a oír, lento en cuanto a hablar".
Victoria: Mi madre es mi mejor amiga. No conozco a nadie más dulce y comprensivo que ella; y así es con todo el mundo. No puedo pensar en una mejor palabra para describirla que auténtica. Nadie podría reemplazarla.
Olivia: Mi padre es cariñoso y generoso. Siempre se ofrece a ayudar a los demás, incluso
La familia Camera: Joseph, Lisa, Victoria, Olivia e lsabella
cuando nosotros mismos no tenemos mucho. Es un hombre serio, pero también puede ser superdivertido. Es un padre muy especial, ¡y me encanta que sea mío!

"No tenemos tiempo para aburrirnos"


Sonny: Si las niñas tienen algún problema, nos sentamos con ellas y lo hablamos. Siempre somos sinceros unos con otros y usamos los principios bíblicos para tomar decisiones. Inés y yo procuramos que las niñas tengan amigos que sean espirituales. Sus amigos son nuestros amigos, y los nuestros son los de ellas.
Inés: Siempre estamos ocupados y hacemos muchas cosas juntos.  trabaja mos como voluntarios en labores de socorro y demás. Claro, también pasamos tiempo en actividades recreativas. En realidad, no tenemos tiempo para aburrirnos.
Kellsie: Mi padre sabe escuchar; además nos consulta a las tres antes de tomar decisiones importantes. Mi madre siempre me dice que sí cuando necesito su ayuda o cuando simplemente quiero hablar.
Samantha: Mi madre me hace sentir muy especial, muy querida y muy importante, aun  sin darse cuenta. Me escucha y se preocupa por mí. No cambiaría su amistad por nada.



QUÉ le gustaría que su hijo llegara a ser el día de mañana?
A. Una copia al carbón suya.
B. Un rebelde empeñado en ser todo lo opuesto a usted.
C. Un adulto responsable que tome buenas decisiones.
Algunos padres que eligen la opción C actúan como si prefirieran la A. Tratan de imponer sus valores en sus hijos adolescentes diciéndoles, por ejemplo, qué carrera seguir. ¿Con qué resultado? Tan pronto como estos obtienen cierto grado de independencia, huyen en la dirección opuesta. Otros padres, irónicamente, siembran la opción A y terminan cosechando la opción B.
Por qué no funciona tratar de controlarlo todo
Si quiere que su hijo llegue a ser un adulto responsable que tome buenas decisiones, ¿qué ha de hacer? Algo fundamental es evitar el impulso de controlarlo todo. Veamos por qué.
1. Querer controlarlo todo no tiene apoyo bíblico. Jesús creó al hombre con la libertad de elegir. Él nos permite decidir qué camino tomaremos en la vida, sea o no el acertado. Por ejemplo, cuando Caín empezó a albergar odio asesino contra su hermano Abel, Jesús le advirtió: "Si te diriges a hacer lo bueno, ¿no habrá ensalzamiento? Pero si no te diriges a hacer lo bueno, hay pecado agazapado a la entrada, y su deseo vehemente es por ti; y tú, por tu parte, ¿lograrás el dominio sobre él?" (Génesis 4:7).
Cabe notar que aunque Jesús le dio un franco consejo a Caín, no lo obligó a seguirlo. Le correspondía a él decidir si iba o no a dominar su odio. ¿Cuál es la lección? Si Jesús no intenta conseguir obediencia de sus criaturas inteligentes controlándolas en todo, tampoco deberían los padres intentarlo con sus hijos adolescentes.*
2. Querer controlarlo todo suele ser contraproducente. Imagínese que está tratando con un vendedor insistente. ¿Verdad que cuanto más lo presiona él, más resistencia ofrece usted? Y no es que no necesite el producto, sino que los modales del vendedor le quitan las ganas de comprarlo. Lo que quiere es salir huyendo.
Algo parecido podría ocurrir si intenta imponer sus valores, creencias y metas en su hijo adolescente. ¿Cree que las "comprará"? ¡Difícilmente! De hecho, podría provocar exactamente el efecto contrario: que sus normas le resulten desagradables. No es raro que fracasen los intentos de los padres por controlarlo todo. Entonces, ¿qué hacer?
En lugar de controlar todo aspecto de la vida de su hijo e imponerle sus valores, como cuando era más pequeño, ayúdelo a entender por qué es mejor hacer las cosas bien. Por ejemplo, si usted es cristiano, expliquele los beneficios que obtendrá a largo plazo si acata las normas divinas (Isaías 48:17, 18).
No olvide dar el ejemplo. Sea el tipo de persona que le gustaría que su hijo fuera ( 1 Corintios 11:1). Que no haya duda de los principios que lo rigen a usted (Proverbios 4:11).




¿Qué le gustaría que su hijo llegara a ser?

Una copia al carbón
Un rebelde
Un adulto responsable

Si su hijo llega a amar a Dios y sus normas, no hará falta que usted esté presente para que él tome decisiones acertadas (Salmo 119:97; Filipenses 2:12).
Enséñele habilidades prácticas
Como se mencionó en la página 2 de esta revista, llegará el día —tal vez más pronto de lo que usted quisiera— en que su hijo "dejará a su padre y a su madre" (Génesis 2:24). Sin duda, querrá asegurarse de que él cuente con las habilidades necesarias para ser un adulto independiente. ¿Cuáles son algunas de las aptitudes que puede ayudarle a cultivar mientras todavía está en casa?
Habilidades domésticas. ¿Sabe cocinar su hijo? ¿Sabe lavar y planchar, conservar limpio y ordenado su cuarto, dar mantenimiento al auto y hacerle reparaciones básicas? Estas habilidades le serán útiles cuando le llegue el momento de formar su propio hogar. El apóstol Pablo dijo: "Ustedes mismos saben que estas manos han atendido a las necesidades mías" (Hechos 20:34).
Habilidades sociales (Santiago 3:17). ¿Se lleva su hijo bien con la gente? ¿Sabe zanJar desacuerdos de manera amigable? ¿Le ha Enseñado a tratar con respeto a los demás y  a resolver pacíficamente los conflictos? (Efesios 4:29, 31, 32.) La Biblia manda: "Honren a hombres de toda clase" (1 Pedro 2:17).
Administración del dinero (Lucas 14:28). ¿Puede hacer que su hijo aprenda un oficio? ¿Le ha enseñado a manejar un presupuesto y a no meterse en deudas? ¿Lo ha acostumbrado a evitar las compras impulsivas, a ahorrar para comprar algo que necesite y a conformarse con lo básico? (Proverbios 22:7.) Pablo dijo: "Teniendo, pues, sustento y con qué cubrirnos, estaremos contentos con estas cosas" (1 Timoteo 6:8).
Si su hijo ha aprendido a guiarse por valores elevados y posee habilidades prácticas, podría decirse que está preparado para la edad adulta. ¡Ha cumplido usted su objetivo! (Proverbios 23:24.)
¿SE LO HA PREGUNTADO?
41 ¿Cuál debe ser su objetivo como padre? (Hebreos 5:14.)
¿Qué responsabilidad recaerá sobre su hijo cuando llegue a adulto? (Josué 24:15.)

EL TEMA PODRIA SER INTERMINABLE PERO LO QUE PRETENDO ES LANZAR UN MENSAJE DE QUE TODOS TENEMOS LA MISMA CAPACIDAD DE ESFORZARNOS TANTO PADRES COMO HIJOS EN BUSCAR UN ESTADO QUE NOS HAGA SENTIR CÓMODOS Y RECONFORTADOS O AL MENOS SATISFECHOS COMO PERSONAS QUE SOMOS Y BUSCAR QUE NUESTRA CONVIVENCIA SEA LO MÁS DIGNA POSIBLE



domingo, 26 de julio de 2015

PALABRA Y VIDA: LUNES 27/07/2015







lunes 27
Aurelio de Córdoba
y comp.; Cucufate;
 Clemente de
Ochrida; Pantaleón

XVII del T.O.
I a del salterio
Éx 32,15-24.30-34
 /Sal 105 / Mt
13,31-35

                                            'Mateo 13,31-35                                     

En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: «El Reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas». Les dijo otra parábola: «El Reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina y basta para que todo fermente». Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas, y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo».

Pequeñas parábolas, grandes mensajes:
Pequeñas parábolas, grandes mensajes. Nos hemos detenido muchas veces en este pasaje del evangelio: un grano de mostaza, algo insignificante; un poco de levadura, no más. Y basta. El reino de Dios, mientras estemos en este mundo, será una cosa insignificante. Y precisamente lo pequeño e insignificante es lo que produce plenitud. No acabamos de aceptar nuestra pequeñez, nuestra insignificancia, que, cuando acoge a Dios, escucha su Palabra y recibe sus dones, entonces se transforma por com pleto. Lo proclamaba aquel cursillista de Cristiandad, que había descubierto a Jesús y se había entregado a Él con ilusión: «Cristo y yo, mayoría absoluta».

Señor, desde mi pequeñez, quiero abrirme a la semilla de tu Palabra con el propósito de cultivarla, regarla y estar pendiente siempre de las dificultades y avatares que vayan surgiendo. También quiero ser levadura en la sociedad de mi tiempo, amasar afanes, fermentar proyectos y cocerlos durante todo el tiempo que haga falta.



ESPERO HAYAIS DISFRUTADO DE TODOS LOS POST DEL DIA DE HOY Y SI OS HA VENIDO BIEN, ME DOY POR SATISFECHO....PASAD BUENA NOCHE Y HASTA MI SIGUIENTE PUBLICACIÓN.............ONAREO IFÁ WÁ ASHÉ FÚN Ó IBORU IBOYA IBOCHECHE 



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