jueves, 15 de octubre de 2015

PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL JUEVES 15/10/2015





jueves 15
Sta. Teresa de
Jesús, f.
Bruno de Querfurt;
Aurelia de
Estrasburgo



Oficio de la t

Si 15,1-6 /5a188/
Mt 11,25-30



                                Mateo 11, 25-30 
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».


El secreto de Teresa de Jesús
Nuestra mirada se dirige hoy a Teresa de Jesús, mística, fundadora, escritora. Su silueta brilla en el horizonte de la Iglesia con fuerza apasionante. Y el clamor de sus versos encendidos sigue adentrándose en los corazones jóvenes: «Nada te turbe, nada te espante. Todo se pasa. Solo Dios basta». En el evangelio, Cristo nos invita al descanso, no tanto para desentendernos de la realidad, sino para recuperar las fuerzas, las ilusiones, los horizontes, las esperanzas. ¡Qué buen lugar puede ser un monasterio, con sus claustros, con sus jardines, con su huerta, con su paz y silencio! Teresa de Jesús nos deja una hermosa lección, cuando la Iglesia vivía tiempos recios «decidí hacer aquello poquito que yo puedo y hay en mí: «cumplir mejor las reglas del Carmelo y hacerlas cumplir a mi comunidad». El secreto no puede ser más hermoso.


A veces es necesario guardar silencio para ser escuchado. Quizás en el silencio se oigan mejor las otras voces: la de la conciencia, la del corazón, la del prójimo lastimado y necesitado.







miércoles, 14 de octubre de 2015

PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL MIERCOLES 14/10/2015


miércoles 14
San Calixto 1, m.l. 
Na Sra. del Martirio; 
Bucardo I







XXVIII del TO.
del salterio
Rom 2,1-11 / Sa1 61
 / Lc 11,42-46



                                  Lucas 11,42-46

En aquel tiempo, dijo el Señor: «¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que practicar sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas\ y las reverencias por la calle! ¡Ay de vosotros, liuesois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo!». Un maestro de la Ley intervino y le dijo: «Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros». Jesús replicó: «¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!».


Las denuncias de Jesús
Jesús sabe denunciar y echar en cara los defectos de los fariseos y de los juristas, encargados, en buena parte, de dirigir al pueblo. Y lo hace con claridad, en aras de la verdad. Lo primero que Jesús les echa en cara a los fariseos es el interés minucioso en el cumplimiento de cosas sin importancia, al tiempo que no se fijan en lo más fundamental: la justicia y el amor a Dios. Lo segundo que les echa en cara es su vanidad ingenua, buscando la admiración, el aplauso y las reverencias de la gente. Y lo tercero, la contradicción ética de cargar las conciencias con deberes y exigencias que nosotros no cumplimos. No nos damos cuenta de que nuestras incoherencias sorprenden y desconciertan a las personas de buena voluntad, que se fían de nosotros.


Señor, perdona nuestras incoherencias. ¡Son tantas y sobre tantas cuestiones! Pensamos una cosa, decimos otra y practicamos lo contrario de lo que decimos y pensamos. Así, no conquistamos, no convencemos, ni somos creíbles al anunciar tu evangelio.










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