domingo, 1 de noviembre de 2015

PALABRA Y VIDA. LECTURA DEL SÁBADO 31/10/2015


Sábado 31
Alonso Rodriguez; 
Quintín; Jerónimo
Hermosilla; Bta
María Purísima de
la Cruz





XXX del T.O.
2° del salterio
Rom 11,1-2a.11-12
25-29/Sal 93 /Lc
14,1.7-11



                                      Lucas 14,1.7-11

 Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro, y te dirá: "Cédele el puesto a este". Entonces, avergonzado, iras a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba". Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».


La vanidad nos ciega
Jesucristo va tomando de la realidad, de los comportamientos humanos, una serie de enseñanzas para ordenar nuestras vidas conforme a su hermosa escala de valores: el respeto, la dignidad, la felicidad y el disfrute de la vida de cada persona. Y se va dando cuenta de cómo la gente, y aquellos pequeños líderes religiosos, buscan la vanidad de los honores, saltándose, si hace falta, los derechos y la dignidad del prójimo. La enseñanza que Cristo quiere grabar en nuestras vidas es clave: lo primero y lo esencial es el ser humano. Quizás no nos demos cuenta, pero una de las grandes sombras que nublan la vista es la vanidad, junto al poder, el dinero y el placer. La vanidad enturbia nuestra mirada, hasta despeñarnos en el olvido del prójimo, sin respeto a sus derechos. ¡Y todo esto a propósito de una comida en casa de un fariseo!

«Todos los creyentes han de comprender —nos decía Benedicto XVI— la necesidad de traducir en gestos de amor la Palabra escuchada, porque solo así se vuelve creíble el anuncio del Evangelio».







PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL VIERNES 30/10/2015




viernes 30
Claudio; Marcelo; 
Zenobio; Hipólito; 
Macario






XXX del TO.
2° del salterio
Rom 9,1-5 / Sal 147
/Lc 14,1-6





                                         Lucas 14,1-6

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Se encontró delante un hombre enfermo de hidropesía y, dirigiéndose a los maestros de la Ley y fariseos, preguntó: «¿Es lícito curar los sábados, o no?». Ellos se quedaron callados. Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió. Y a ellos les dijo: «Si a uno de vosotros se le cae al pozo el hijo o el buey, ¿no lo saca en seguida, aunque sea sábado?». Y se quedaron sin respuesta.


La clave es acoger a todos como hermanos
Jesús se interna en la vida social, trata con todo el mundo, incluidos los que se encuentran más lejanos de su persona, de sus valóres, de sus actitudes, de su doctrina. No importa. Va a casa de uno de los principales fariseos, que le ha invitado a comer. Y aprovecha la ocasión para iluminar la estancia: primero, con su acción sanadora, curando a un hombre enfermo, y a continuación, con la luz de sus enseñanzas. Hacer el bien a los demás no tiene un horario, ni queda excluido de nuestros horarios. Siempre hemos de estar dispuestos a ayudar, a enseñar, a iluminar mentes y a entusiasmar corazones. Una preciosa lección que hemos de aprender en esta hora: no excluir ni alejarnos de los que no piensan como nosotros. Todo lo contrario: buscarles, tratar con ellos, abrirles las puertas de nuestro corazón, iluminarles y, si hiciera falta, curar siempre sus heridas.

Señor, que en cada hombre y mujer vea yo tu imagen, y en sus semblantes, tu rostro. El mundo se divide en dos clases de habitantes: los que sabemos que somos hermanos y los que todavía no lo saben.






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