Inmaculado Corazón de MaríaSábado 04 Junio
Santos Pedro de Verona pb mr, Francisco Caracciolo pb,
Walter ab
Papa Francisco: En el corazón de María, joven hija de Israel, había un secreto que ella misma todavía no conocía: en el proyecto de amor de Dios estaba destinada a convertirse en la Madre del Redentor. En la Anunciación, el Mensajero de Dios la llama «llena de gracia» y le revela este proyecto. María responde «sí» y desde aquel momento la fe de María recibe una luz nueva: se concentra en Jesús, el Hijo de Dios que de ella ha tomado carne y en quien se cumplen las promesas de toda la historia de la salvación. La fe de María es el cumplimiento de la fe de Israel.
PALABRA:
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según
la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados». Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón.
ORACIÓN:
Isaías 61,9-11; Salmo: 1Samuel 2,1.4-8 • LUCAS 2,41-51
JESÚS, a tus doce años revelas a tus padres la misión divina que te trajo a la Tierra. Y María, la Madre, guardaba tus palabras en su corazón. El corazón de tu Madre latía al mismo ritmo que el tuyo. Ella es tu mejor discípula, mi mejor maestra, el más alto ejemplo de misericordia para mi vida que quiere ser cristiana. (Sigue tu oración personal).
Sagrado Corazón de Jesús
Viernes 03 JUNIO
Santos CARLOS LUANGA y co mrs, Juan Grande rl,
Clotilde re, Olivia vg
Papa Francisco: La solemnidad del Sagrado Corazón es la «fiesta del amor»: Jesús quiso mostrarnos su corazón como el corazón que tanto amó. Pienso en lo que nos decía san Ignacio; nos indicó dos criterios sobre el amor. Primero: el amor se manifiesta más en las obras que en las palabras. Segundo: el amor está más en dar que en recibir. Jesús nos dice: Yo conozco a mis ovejas. Es conocer una por una, con su nombre. Así nos conoce Dios: no nos conoce en grupo, sino uno a uno. Porque el amor no es un amor abstracto, o general para todos; es un amor por cada uno. Y así nos ama Dios. Dios se hace cercano por amor y camina con su pueblo. Y este caminar llega a un punto inimaginable: jamás se podría pensar que el Señor mismo se hace uno de nosotros y camina con nosotros, y permanece con nosotros, permanece en su Iglesia, se queda en la Eucaristía, se queda en su Palabra, se queda en los pobres y se queda con nosotros caminando. Esta es la cercanía. El pastor cercano a su rebaño, a sus ovejas, a las que conoce una por una.
PALABRA:
Dijo Jesús a los fariseos y escribas esta parábola: «Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: «¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido». Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».
ORACIÓN:
Ezequiel 34,11-16; Salmo 22,1-6; Romanos 5,5b-11 • LUCAS 15,3-7
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, en ti confío. Y sé que jamás quedaré defraudado, por que sé muy bien de quién me fío. Es el Corazón que más ha amado y sigue amando a todos los hombres, también a los que lo traspasaron con la lanza. De él brotó la fuerza del agua y de la sangre: los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía, en los que me infundiste y alimentas mi fe y mi amor misericordioso. (Sigue tu oración personal).